“Todos los trabajos domésticos los realizamos mi madre y yo. Cocinar, poner la mesa, barrer, partir la leña, cortar y coser con los consiguientes remiendos, o hacer calzoncillos, camisas, pantalones, chalecos, toallas, sábanas... eran asuntos de mi incumbencia personal”.
Las Memorias Biográficas resumen las actividades de Don Bosco en la Casa Pinardi entre los años 1847-1848 en unas páginas memorables por evangélicas o idílicas.
Como no podía tomar personal a su servicio, hacía con su madre todas las labores domésticas. Mientras Margarita atendía la cocina, Don Boco vigilaba la ropa limpia, repasaba y planchaba la ropa y remendaba los vestidos rotos.
Por la mañana insistía para que los chicos se lavaran las manos y la cara, peinaba a los más pequeños, les cortaba el pelo, les cepillaba la ropa, les hacía la cama, barría las salas y la capilla.
Su madre encendía el fuego y él iba a buscar el agua, cernía la harina de maíz o limpiaba el arroz. A veces desgranaba los guisantes y pelaba las patatas.
Cortaba y cosía pantalones, calzoncillos, chaquetas. Mientras dormían los muchachos, pasaba por las habitaciones recogiendo las prendas que había visto rotas y hacía los arreglos que necesitaban.
A veces preparaba la comida para todos: los jóvenes gozaban viéndolo con el delantal haciendo de cocinero. Preparaba con frecuencia la mesa para sus huéspedes y fregaba los cacharros y las ollas de cobre. Según iba haciendo falta, fabricaba o arreglaba algún banco para que los muchachos pudieran sentarse.
El 9 de marzo de 1858, Pío IX lo recibió en audiencia, la primera que le concede. El Papa le preguntó qué hacía en el internado de Turín. Don Bosco le respondió: - Un poco de todo, Santo Padre, celebró la misa, predico, confieso, doy clase; algunas veces me toca ir a la cocina a enseñar al cocinero y hasta barrer la iglesia.
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MB. III, 280-281; V, 608.
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