No tengan miedo, tengan coraje, vayan adelante sabiendo que estamos amortizados por el amor que Dios nos tiene. Dios nos ama. Ustedes no están aquí por casualidad. El Señor los llamó, no sólo en estos días, sino desde el comienzo de sus vidas.
Al principio de la trama de la vida, antes de los talentos que tenemos, antes de las sombras, de las heridas que llevamos dentro, hemos sido llamados. ¿Por qué? Porque somos amados.


Que sean días en los que grabemos en el corazón que somos amados como somos. No como quisiéramos ser. Este es el punto de partida de la vida.


Cuántos lobos se esconden detrás de sonrisas de falsa bondad, diciendo que saben quién eres, pero que no te quieren; insinúan que creen en ti y prometen que vas llegar a ser alguien, para después dejarte solo cuando ya no les interesas más. Estas son las ilusiones de lo virtual y debemos estar atentos para no dejarnos engañar.


Jesús no es así, Él confía en cada uno de ustedes, porque a Jesús cada uno de ustedes le importa.

La Iglesia de Cristo es la comunidad de los que son llamados, no de los mejores, pues todos sus miembros somos pecadores.


Somos llamados como somos, con los problemas y limitaciones que tenemos, con nuestra alegría desbordante. Jesús me llama como soy, no como quisiera ser. Somos una comunidad de hermanos y hermanas de Jesús, hijos e hijas del mismo Padre.


No tengan miedo, tengan coraje, vayan adelante sabiendo que estamos amortizados por el amor que Dios nos tiene. Dios nos ama.

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