Editorial El relato de la creación en el libro del Génesis narra cómo Yavé Dios, al finalizar cada día, hace una evaluación satisfactoria: “Y vio Dios que lo que había creado era bueno”. Al sexto día su evaluación varía en mejor: “Y vio Dios que lo creado era muy bueno”. El caso es que lo creado el sexto día eran el hombre y la mujer. Como quien dice: La joya de la corona. Somos la obra maestra de la creación.

El problema es que esa joyita no estuvo a la altura de las expectativas divinas. Por razones conocidas, sabemos que Adán y Eva no supieron responder a las expectativas de Dios. Y se abrió la fuente de todos los males. Por un pecado entró la muerte en el mundo. El genial proyecto del Creador se desfiguró.

Desde entonces los humanos nos debatimos entre gracia y pecado, bondad y maldad, aspiraciones nobles y tendencias vergonzantes. Un desequilibrio humillante.

Y así vamos por el mundo. Con nobles fortalezas y taras hereditarias o adquiridas. Algo roto por dentro llevamos todos, aunque presumamos de lo contrario. Presumiendo de héroes y arrastrando debilidades. Cojeando por los dos pies.

Como hijos de Dios, contamos con su amor de Padre que nos sostiene y sana. Como seres humanos, hemos ido cultivando recursos saludables para vivir con un nivel aceptable de calidad humana. Es la ciencia de la psicología, que nos ayuda a identificar nuestros impulsos autodestructivos y abrir caminos de calidad de vida.

No debemos resignarnos a nuestras limitaciones hereditarias, ambientales o masoquistas. Hay recursos de sobra a nuestro alcance que pueden abrir nuevas vías para una vida productiva, satisfactoria y feliz.

La vida espiritual, un estilo acorde al evangelio, la proyección constructiva hacia nuestros hermanos y la íntima experiencia de sentirnos amados por nuestro Padre Dios son fortalezas que garantizan una vida personal de alta calidad.

Este número del Boletín Salesiano ofrece una visión amplia de las amenazas, hipotéticas o reales, que pueden retardar o aniquilar nuestro proyecto de vida. Además, pone a nuestro alcance abundantes recursos para vivir lo más cercano a una plenitud.

 

 

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Boletín Salesiano Don Bosco en Centroamérica
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