Hugo Estrada Ochenta y un años, cincuenta y cuatro de sacerdocio, de carácter afable casi tímido, sin pose de estrella de la comunicación, este humilde salesiano guatemalteco es un auténtico fenómeno de la comunicación social.


Autor de sencillos libros de espiritualidad, cree que sus 54 libros publicados han llegado al millón de ejemplares vendidos. Editoriales como San Pablo y Alba (México) han difundido sus obras, que también se han editado en Argentina, Venezuela y Ecuador. Los hispanoparlantes en Estados Unidos constituyen la franja más interesada en adquirir sus apreciados libros.

El secreto de su éxito editorial se lo robó a Don Bosco: escribir en lenguaje sencillo las grandes verdades de la fe cristiana. Así sus libros son leídos no solo por personas de baja escolaridad, sino también por profesionales que con frecuencia tienen una formación religiosa débil.

Otro factor que ha favorecido su éxito editorial es la venta de sus libros a un costo muy bajo, compensando su costo por el alto número de ejemplares vendidos.

Cuenta el padre Hugo que alguna vez, viajando en autobús, ha visto a alguien sumergido en la lectura de alguno de sus libros. Otra vez vio en el periódico la fotografía de un delincuente que, sentado en la cárcel, leía su libro Meditaciones para los días de sufrimiento. Por cierto, este libro ha tenido veinte ediciones. Episodios como estos lo convencen de que vale la pena seguir escribiendo para la gente del pueblo.

Pero, además de escritor, el padre Hugo tiene todo un record en otras áreas de la comunicación social. Durante treinta y siete años ha llevado un programa radial de espiritualidad católica. Por veinte años sus homilías han sido editadas en videocasetes y difundidos por toda la geografía guatemalteca. Tiene toda una biblioteca audiovisual sobre temas religiosos muy utilizada por los párrocos en la formación de los laicos. Es asesor y colaborador ad honorem en el canal Jesús TV.

El padre Hugo puso pie en la radio cuando no había emisoras católicas y tuvo que colarse entre protestantes y espiritistas. Le molestaba que fueran los protestantes quienes llevaran la voz cantante en ese medio, mientras los católicos brillaban por su ausencia.

¿Cómo logra el padre Hugo llevar adelante tan exigente trabajo de comunicación social? “Son los laicos quienes me han empujado”, dice con sencillez. Ellos lo han animado, ofrecido la asistencia técnica, le han abierto las puertas en la radio y la televisión, han editado sus videos y subido a youtube...

¿Cómo nació esta arrolladora presencia en los medios de comunicación social? Confieso que, en sus años de seminario, le aburrían soberanamente los sermones de los sacerdotes, que más parecían clases de teología que mensajes destinados a alimentar la fe del pueblo.

Su aventura como escritor comenzó escribiendo anécdotas de Don Bosco para un periodiquito parroquial. Al llegar a un cierto número de relatos, solicitó a su superior el permiso de publicarlos en un pequeño libro. El superior no estaba muy entusiasmado con la idea, pero condescendió.

Así nació Viñetas de Don Bosco, su primera publicación que coincidió con su ordenación sacerdotal. Se aventuró a publicar algunos libros de carácter literario. Pero libros sobre temas religiosos, ni pensarlo. Los consideraba aburridos para el gran público. Fue una señora quien, entusiasmada por sus charlas radiales, las transcribió y le llevó el material. La aceptación fue tal que desde entonces los títulos no cesan de aparecer.

¿Cuándo se va a jubilar el P. Hugo de ese monumental esfuerzo de comunicación social? “No tengo planes de jubilación”, dice con desarmante audacia.

 

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