TM-ciudadela-CFP4 La Ciudadela Don Bosco es eso… una ciudadela. En una extensa propiedad surgen nada menos que una universidad, un colegio, una parroquia, un oratorio y… el Centro de Formación Profesional, conocido como el CFP de Ciudadela.

La Ciudadela Don Bosco está situada, además, en una de las zonas más azotadas por la violencia: Soyapango, un municipio colindante con San Salvador, 

El Salvador.

El CFP lleva 23 años de existencia y 21 mil egresados. Cuenta con estructuras modernas y atractivas. Este año son 1684 los jóvenes inscritos en diversos talleres de formación técnica.

La oferta que atrae a los jóvenes al CFP es variada: electricista industrial, electricista automotriz, mecánico tornero fresador, mecánico de mantenimiento industrial, mecánico automotriz, supervisor de línea de confección industrial, mecánico de máquinas de confección industrial. Ellos pueden optar por un curso de dos años de duración que los capacita como obreros calificados. También hay cursos de un año, o de 380, 200 y 100 horas de duración. Estos últimos son más puntuales, pues atienden áreas de especialización que los habilitan en un oficio determinado.

 

Los jóvenes que ingresan al CFP provienen, en general, de los poblados cercanos, que están marcados por la pobreza y la violencia. Muchas de sus familias están desintegradas, con agudos problemas económicos. Esta condición les ha frenado el ingreso a la universidad. Llegan, por tanto, con una carga de frustración, pero a la vez están fuertemente motivados para adquirir una habilidad profesional que les abra las puertas del mundo laboral.

 

El CFP exige estudios mínimos de noveno grado y edades entre 18 y 25 años. Y pone a disposición de ellos, además de las habilidades técnicas a adquirir, un equipo de profesionales para su cultivo humano: un sacerdote, psicólogos, trabajadores sociales, gestores empresariales y el personal en general, quienes además de desempeñar su trabajo ordinario, se convierten en educadores de todos los muchachos que llegan a los talleres.

 

La empresa privada, a través de INSAFORP, financia gran parte de este exigente proyecto salesiano. Vía Don Bosco, que es una ONG salesiana de Bélgica, colabora con cursos, infraestructura, equipo y mobiliario. USAID apoya cursos para niños y jóvenes, a quienes además de la formación técnica, se les imparte un módulo denominado ‘’habilidades para la vida’’. Este programa tiene como finalidad lograr la reinserción de niños y jóvenes al sistema educativo formal. El mismo CFP presta servicio al colegio salesiano de la Ciudadela dando la formación técnica a los alumnos de bachillerato en las especialidades de mecánica automotriz y electrónica; además tiene talleres productivos en las áreas de confección industrial, estructuras metálicas, carpintería y un rapi-taller donde se presta servicio de reparación de vehículos. Dichas actividades constituyen otras fuentes de financiamiento que generan ingresos económicos para el sostenimiento de la obra.

 

Los jóvenes que frecuentan el CFP se ven envueltos pronto en un ambiente motivador abundante en actividades lúdicas, deportivas, religiosas, artísticas y sociales. Las fiestas de Don Bosco, María Auxiliadora, el Día del alumno técnico, que tiene como referencia la fiesta de san José, el aniversario del CFP, la semana cívica y la semana misionera, son eventos de celebración mayor que contribuyen a la formación integral de los jóvenes. Además, el CFP promueve el protagonismo, habilidades y talentos de sus muchachos, integrándolos en actividades de teatro, música y fútbol, fomentando así, la fraternidad entre ellos.

Ese complejo de propuestas educativas crea un clima familiar motivador típicamente salesiano. Es común que los egresados conserven un sentimiento de gratitud hacia la institución por lo que ellos consideran una bendición providencial: haberse formado humana, cristiana y técnicamente en el CFP. 

 

Al completar el periodo de adiestramiento técnico básico, el departamento de gestión empresarial ayuda al egresado a insertarse en la empresa privada con un trabajo estable. Las empresas se han comprometido previamente a recibir a estos candidatos. Los gestores empresariales y los instructores de los muchachos, seguirán acompañando a los egresados, visitándolos cada mes en su lugar de trabajo para conocer – al igual que Don Bosco en su tiempo – la calidad de inserción en el mundo del trabajo, su comportamiento, la mejora de sus competencias y el trato recibido por parte del empleador.

 

Alberto Cruz, salesiano cooperador y administrador del CFP desde hace 16 años, se siente afortunado de trabajar en este lugar, ya que le permite crecer profesionalmente y desarrollar su vocación salesiana. Su lema: sentirse bien haciendo el bien. Le satisface el lazo de confianza que se crea con los jóvenes. Algunos tocan a la puerta de su oficina: “Profe, tengo hambre, me presta una cora (moneda)”. Entonces él lo acompaña al cafetín y le obsequia un buen desayuno o refrigerio. Otros llegan abrumados por problemas personales o familiares en busca de apoyo moral o simplemente para recibir un consejo que alivie su situación personal.

 

El CFP es una institución salesiana providencial para jóvenes a quienes la vida no les ofrece mayores oportunidades. La historia de Don Bosco adiestrando en oficios a muchachos errantes en Turín, continúa en Ciudadela Don Bosco, de Soyapango.

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