La migración no es siempre una elección libre, y muchas veces es una consecuencia directa de conflictos, desastres naturales o la degradación ambiental, que hacen insostenible la vida en las tierras de origen. En un mundo cada vez más globalizado, la movilidad humana se ha convertido en uno de los fenómenos más significativos de nuestro tiempo. Con 281 millones de personas migrantes y más de 60 millones de desplazados internos, estamos ante un desafío global que requiere una respuesta colectiva y compasiva. 

Es crucial reconocer que detrás de cada número hay una historia, una familia, una vida que ha sido trastocada por la necesidad de buscar mejores condiciones de vida o simplemente sobrevivir. La migración no es siempre una elección libre, y muchas veces es una consecuencia directa de conflictos, desastres naturales o la degradación ambiental, que hacen insostenible la vida en las tierras de origen.

En este contexto, los Salesianos de Don Bosco han desempeñado un papel fundamental en la protección y el apoyo a los migrantes. Inspirados por la visión de Don Bosco, ellos han establecido centros de acogida en todo el mundo, ofreciendo no solo asistencia básica como alimento y refugio, sino también programas de educación, formación profesional y apoyo legal y psicológico. 

El papa Francisco, en su mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, nos recuerda que estamos llamados a ver en cada migrante a un hermano o hermana, y a Cristo mismo. Una de las obras de misericordia enumeradas por el mismo Cristo es dar posada a quien lo necesita. Este llamado a la solidaridad debe traducirse en acciones concretas que promuevan la dignidad y los derechos de todas las personas en movilidad.

En esta edición, se adentra en los múltiples aspectos de la movilidad humana, desde las cifras y causas que impulsan este fenómeno y acciones para ofrecer esperanza y un futuro mejor a quienes lo han perdido todo. 

En un mundo donde las divisiones parecen acentuarse, es más importante que nunca recordar que todos compartimos un destino común. Solo a través de la cooperación y la compasión podremos afrontar los desafíos que presenta la movilidad humana y construir un futuro donde todos puedan vivir con dignidad, independientemente de dónde provengan. 

 

Compartir