El “cosismo” es la enfermedad de quienes están hechizados por las cosas: creen en ellas, las esperan y las aman con un apego desmedido. En otras palabras, es la ilusión de que todo se soluciona teniendo más y más cosas.
Es cierto que los bienes materiales tienen su valor, pero este es relativo. Las cosas, por sí solas, no son factores de crecimiento personal. Creer que “ser más” depende de “tener más” es caer en la trampa del “cosismo”. Basta con observar la realidad para darnos cuenta de ello: así como una casa no hace una familia, una mochila perfecta no convierte a un estudiante en un alumno brillante.
El virus del "cosismo" en nuestra sociedad
El “cosismo” se infiltra cada vez más en nuestra forma de pensar. Las cosas parecen cobrar más importancia que las personas. Antes se decía con orgullo “mi esposa”; hoy, con más entusiasmo, se presume “mi coche”. La sociedad ha llegado al punto en que el valor de una persona parece medirse por lo que posee y no por lo que es. Esto ha generado un impacto preocupante: los niños y los ancianos, que no “producen”, a menudo son considerados inútiles.
Además, las cosas amenazan nuestra identidad. Algunos creen que la elegancia depende de tener objetos de marca, sin darse cuenta de que los modales y la educación no se compran. Esta mentalidad también genera insatisfacción: cuanto más tenemos, más queremos. Antes la gente buscaba agua cuando tenía sed; hoy, la publicidad nos convence de que necesitamos bebidas y productos que, lejos de saciar nuestra sed, crean nuevas necesidades y tensiones. El psicoanalista Massimo Recalcati lo resume de forma contundente: “El exceso de objetos genera angustia”.
Las cosas también pueden hacernos más débiles. A medida que dependemos más de ellas, trabajamos menos en nuestro desarrollo personal. Usamos el coche en lugar de caminar, la calculadora en lugar de pensar, los dispositivos electrónicos en lugar de ejercitar nuestra memoria y creatividad.
¿Cómo defendernos del "cosismo"?
Para contrarrestar esta mentalidad, proponemos dos estrategias concretas:
- Fortalecer la persona sobre las cosas
La mejor forma de vencer el “cosismo” es fortalecer el pensamiento crítico. Un joven que comprende el engaño de esta mentalidad no será fácilmente manipulado por la publicidad ni por la presión social. La misión del educador es precisamente esta: formar mentes que no solo sepan el precio de las cosas, sino que comprendan su verdadero valor.
- Redescubrir la sobriedad
La sobriedad es la mejor arma contra el consumismo. Nos ayuda a vivir con más libertad y plenitud. Todos los especialistas en salud coinciden en que el exceso de bienes, especialmente en la alimentación, genera enfermedades. Comer en exceso no solo afecta la salud, sino que nos vuelve más dependientes de los placeres inmediatos.
Además, la sobriedad forja el carácter. Así como los robles más fuertes crecen en condiciones difíciles, el ser humano desarrolla su fortaleza cuando aprende a vivir con lo esencial. La sobriedad nos devuelve el control sobre nuestras vidas, nos aleja de la superficialidad y nos permite centrarnos en lo verdaderamente importante.
El arte de dejar ir
El tiempo es nuestro capital más valioso: no podemos detenerlo ni comprarlo, pero sí podemos administrarlo sabiamente. Sin embargo, lo desperdiciamos en hábitos inútiles, redes sociales, mensajes interminables y compromisos innecesarios.
Para vivir mejor, es importante aprender a soltar. No vale la pena acumular estrés por el tráfico, la impaciencia de los demás o las colas en el supermercado. Cultivar la paz interior y desapegarnos de lo superfluo nos permite redescubrir la riqueza de una vida sencilla.
En un mundo obsesionado con tener más, el verdadero desafío es aprender a ser más.
“La misión del educador es precisamente esta: formar mentes que no solo sepan el precio de las cosas, sino que comprendan su verdadero valor”.