Sentí alegría al leer la noticia publicada en el periódico El País sobre la modelo de 18 años Essena O’Neill quien reveló sus trucos de fotografía para aparentar un cuerpo perfecto en sus redes sociales.
Me alegró saber que alguien tuvo un toque de cordura, o un buen sentido del marketing, y se sinceró con sus 712 mil seguidores en Instagram. Aseguró además que dejará de usar esta red porque “las redes sociales no son la vida real.”
Esto de las fotos siempre nos ha engañado. Nunca una foto revela la verdad que podríamos ver con los ojos. Así como a veces no podemos captar un hermoso paisaje, también sucede con la belleza de algunos que solo se puede apreciar conociéndolos de cerca.
La foto perfecta tiene tanta propaganda hoy en día. Quedé un poco paralizada cuando en un escaparate lleno de revistas todas las portadas con hermosas mujeres tenían titulares como: Adelgaza en tres pasos, come delicioso sin engordar, 10 consejos para eliminar esas libritas demás... y la lista continuaba.
Estamos obsesionados con la belleza impuesta por las modelos de las revistas y de las fotos perfectas de todas las personas en las redes sociales, pero esto es solo un truquito que usamos para sentirnos mejor.
Un fotógrafo toma hasta cinco mil fotografías de una modelo para una portada de revista. Cuando se ha elegido la mejor, la que diga lo que la revista quiere, entonces va a retoque. Brazos, piernas, abdomen y la famosa piel de porcelana que hace ver la apariencia de la persona como una imagen etérea, como una muñeca... Eso es un filtro.
Aplicaciones como Instant Effect FX, Pixlr-o-matic, PicsArt Estudio y otras más se han hecho populares por la oportunidad de usar filtros en un par de sencillos pasos. Ahora puedo tener imágenes espectaculares de mí misma y hacer pensar a los demás que soy perfecta. ¿Para qué? Esa es la pregunta que debemos contestarnos.
Solo alguien seguro de sí mismo se atreve a postear sus peores fotos para burlarse de sí mismo y pasar un buen rato. La mayoría solo desea ser admirado.
¿Que nos han hecho? ¿Qué nos estamos haciendo? Esta es la era del yo, del ego y de la vanidad. Tanto vales cuantos likes tienes.
“Para ser realista, he pasado la mayor parte de mi vida siendo adicta a las redes sociales, la aprobación social, el estatus social y mi apariencia física. Estaba consumida por ello. ¿Cómo podemos darnos cuenta de nuestros propios talentos si no dejamos de fijarnos en los demás?” ... “Por aquel entonces, tenía 150.000 seguidores; con medio millón supe que muchas marcas online pagaban 1.800 euros por una imagen. Esta fotografía no tiene sustancia. Tengan cuidado con lo que promocionan las personas y pregúntense a ustedes mismos: ‘¿Cuál es su intención detrás de la foto?”, afirmó O’Neill.
La red social no es el problema. Somos nosotros quienes nos hemos dejado llevar por el narcisismo, olvidando que tener arrugas, manchas, canas o unas libras de más es completamente normal porque somos seres humanos y no somos perfectos. Hemos olvidado entonces que perfecto solo es Dios.