Una familia feliz con papá y mamá en casa. Constatamos con tristeza y preocupación que son muchos los católicos que tienen problemas en sus matrimonios.

 

Son demasiados los católicos que se divorcian. La mayoría de ellos, después del divorcio se unen con una nueva pareja, en contra de lo que enseña 1Co 7,10-12).

Una de las causas principales de los fracasos matrimoniales es la escasa preparación con que los jóvenes llegan al matrimonio.

También son muchos los católicos que se casan sólo por lo civil y los que sólo se juntan.

Son demasiados los varones que engendran hijos fuera del matrimonio. ¡Cuántos de ellos no reconocen sus responsabilidades de padres, y dejan a las mujeres solas con los hijos!

Son muchos los jóvenes católicos que tienen relaciones sexuales pre-matrimoniales y promiscuas. No parece preocuparles, a pesar de que uno de los 10 mandamientos de la ley de Dios, lo prohíbe claramente.

Son muchas las madres solteras y las adolescentes embarazadas.

Son muchos los contagiados por enfermedades venéreas, no sólo por el SIDA.

Está demasiado extendido el uso de anticonceptivos y la mentalidad antinatalista.

Son demasiados los abortos.

Son muchas las personas, varones y mujeres, que se esterilizan.

Muchos católicos aprueban la fecundación in vitro: "¡Lástima que se destruyan tantos embriones –dicen-, pero los pobres padres tienen 'derecho' a un hijo!" Pero sabemos muy bien que un regalo no se puede exigir como un derecho.

Los sufrimientos que todo esto acarrea a los individuos son grandísimos, sobre todo a las personas más débiles: mujeres y niños. Esos niños que siempre son, no sólo inocentes, sino también débiles e indefensos. ¡Cuántos de ellos quedan después abandonados!

Los comportamientos sexuales no son un asunto privado, puesto que, si son relaciones irresponsables, tienen repercusiones en la desintegración y empobrecimiento de la sociedad. Si la familia se debilita, la sociedad se debilita, ya que la familia, basada en el matrimonio siempre será la célula básica de la sociedad.

¿Qué católico no está preocupado y confundido ante esta situación?

¿Qué padre o madre se siente sereno y seguro para brindar consejo y acompañamiento a sus hijos sobre estos temas?

¿No es el mal uso de la sexualidad lo que más católicos aparta de la Iglesia y de los sacramentos? ¿No son estos errores lo que impide a tantos cristianos disfrutar la alegría y la felicidad que Cristo nos ganó con su muerte y resurrección?

En los tribunales eclesiásticos aumentan las demandas en busca de una declaración de nulidad matrimonial, precisamente porque muchas parejas se han casado sin estar preparadas. Se han casado sin cumplir los requisitos mínimos indispensables.

Como sucedía en su tiempo, también hoy Jesús siente "compasión de la multitud porque andan cansados y agobiados como ovejas sin pastor" (Mc 6,34).

¿No percibimos la necesidad de la presencia del padre en el hogar para el crecimiento armónico se los hijos? Estudios recientes lo demuestran. Si más padres estuvieran junto a sus esposas e hijos, se ahorrarían muchos sufrimientos.

¿No percibimos la gravedad de esta situación para los individuos y para el país? Los políticos y legisladores no parecen darse cuenta, puesto que siguen aprobando leyes que favorecen la desintegración familiar.

Los fieles católicos y nosotros, sus pastores, ¿hacemos todo lo posible para cambiar las cosas?

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