Cada padre y madre que conoce a sus hijos sabe cuándo están comportándose de manera normal y cuando su comportamiento comienza a ser diferente de lo habitual, mostrando conductas o actitudes que antes no tenía y que ahora las está presentando.
Hay niños que pueden permanecer por mucho tiempo en una actividad como ver una película, pintar o jugar con sus juguetes favoritos y hay otros que necesitan cambiar de actividad cada 5 minutos. Como cada niño es diferente y actúa de acuerdo a sus características individuales, estos comportamientos son adecuados tanto para los primeros como para los segundos; cada papá o mamá sabrá decir si es lo habitual en sus hijos.
Actualmente estamos viviendo el confinamiento por la pandemia del Covid19 y todas sus implicaciones, los padres y madres de familia han comenzado a observar ya algunas de las consecuencias de estar viviendo este escenario complicado. Muchos niños están teniendo un aumento de pesadillas, problemas de sueño, ansiedad, irritabilidad, aburrimiento o temores; situaciones que hace unos meses no presentaban.
Al hablar de estrés y sus desencadenantes, es conocido que cualquier cambio inesperado en la vida de una persona puede ocasionarlo, lo que implica reacciones emocionales y físicas intensas; en este sentido, la carga emocional que se está produciendo por la pandemia, es alta. De un día para otro los niños ya no pudieron ver a sus compañeros de estudio, jugar ni charlar con ellos, visitar a sus abuelos o salir a jugar un rato al parque; todos estos cambios inesperados, aparte de incomprensibles en los más pequeños, se han extendido en el tiempo y no se sabe con certeza cuándo terminarán, lo que, a su vez, aumenta los niveles de estrés al generarse incertidumbre.
Muchos padres y madres de familia, por tratar de proteger a sus hijos y no generarles más preocupaciones, cometen el error de ocultarles información, especialmente a los más pequeños, olvidando que los niños no pasan nada desapercibido, ya que son como esponjas que absorben todo lo que pasa a su alrededor. Por lo tanto, aunque decidan no contarles nada de lo complicado de la situación actual, ellos son capaces de percibir cuando sus padres están nerviosos, preocupados o ansiosos y al no darles información, se les genera más estrés porque observan que sus padres no están bien y al no tener la certeza de qué puede estar pasando, muchos niños fantasearán o tratarán de buscar sus propias explicaciones, generándose más ansiedad.
Por lo anterior, una forma de disminuir los efectos negativos en la salud mental de los hijos es:
-Compartiendo con ellos la información necesaria que les brinde cierta tranquilidad, teniendo en cuenta que esta información debe ser acorde a la edad del niño. Habrá información que no será necesario que la manejen, pero hay otra información que les permitirá saber que las cosas estarán bien. Como padres y madres de familia, deberán decidir cuál es la información que su hijo necesita manejar para que se sienta tranquilo.
-Otro aspecto que favorece la disminución considerable de síntomas de estrés en los pequeños de la casa es brindarles un entorno familiar estable, con muestras de afecto y comprensión entre sus miembros, ya que los vínculos sanos tanto de pareja como del resto de familiares son un elemento que les permitirá percibir que no están solos y que todos juntos podrán salir adelante con las dificultades.
-De igual manera, permitirles que se expresen es algo que ayuda a que se sientan mejor; buscar espacios para que saquen los miedos que puedan sentir o la tristeza de no ver a sus amigos, a sus abuelos u otros familiares cercanos que extrañan mucho, les brinda la oportunidad de darle sentido a lo que, quizás no terminan de comprender y a través de las palabras terminan de darle sentido. Asimismo, quien escucha, en este caso el padre o la madre, puede brindarles palabras que los tranquilicen, que los hagan sentir comprendidos y que los animen a no perder la esperanza.
-En el caso de aquellos niños o adolescentes que se les dificulta expresar con palabras lo que sienten, pueden apoyarse de actividades motoras como bailar, realizar juegos que impliquen movimiento como correr o saltar; actividades manuales o creativas, como pintar, dibujar, juegos de mesa o tocar un instrumento musical, para que descarguen con una o varias de esas actividades todo aquello que no pueden expresar con palabras.
Como adultos, no es fácil todo lo que estamos viviendo debido a la pandemia, si a esto le sumamos el hecho de que además de cuidarnos nosotros mismos debemos cuidar también de nuestros hijos, la situación se complica más, por la responsabilidad que ello implica. Sin embargo, el esfuerzo que se está haciendo en estos momentos, se verá recompensado más adelante porque con acciones sencillas como las anteriores, estamos previniendo que la salud mental nuestra y la de nuestros niños se vea afectada.
Por Ada Guardado // Psicóloga del Centro de Atención Integral a la Familia – CAIF – de FUSALMO
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