La misión continúa en nosotros: en nuestras aulas, comunidades, familias y corazones. Como Don Bosco, decimos nuevamente:  “¡Vamos donde nos envíe el Señor, aunque sea más allá del mar!” El tema del Capítulo General 29, «Apasionados por Jesucristo y dedicados a los jóvenes», nos ofrece una óptica privilegiada para reflexionar sobre nuestra misión a la luz de los tres ejes temáticos: la vocación y la fidelidad profética (“agradecer”), la comunidad como profecía de fraternidad (“repensar”) y la reorganización institucional de la Congregación (“relanzar”).

La vocación salesiana se funda en una llamada recibida y custodiada con fidelidad profética. La celebración de los 150 años de las misiones nos invita a dar gracias por el don de esta llamada, no como un simple ejercicio de memoria, sino como reconocimiento vivo y actual de la fuerza transformadora de la vocación cuando se vive con pasión y dedicación.

El tema del CG29 nos invita a reflexionar sobre la fidelidad profética como elemento central de nuestra vocación. Ser fieles significa cuidar de la propia vocación y de la de los demás, acompañando el camino de los hermanos y de los jóvenes. El contexto misionero requiere una fidelidad creativa, capaz de adaptarse a los signos de los tiempos sin perder de vista el corazón del carisma. Hoy, más que nunca, estamos llamados a custodiar y transmitir el fuego de la vocación, ayudando a los jóvenes a discernir la llamada de Dios en su vida y sosteniendo a los hermanos en un camino de fidelidad diaria.

La comunidad salesiana está en el centro de nuestra misión. El CG29 subraya la importancia de vivir auténticamente la profecía de la fraternidad en nuestras comunidades, involucrando no solo a los hermanos, sino también a los laicos, colaboradores y jóvenes. La misión, en efecto, se realiza siempre en un contexto comunitario, donde la diversidad se convierte en riqueza y la unidad se convierte en fuerza evangelizadora.

En este marco, la celebración de los 150 años de las misiones nos impulsa a repensar cómo nuestras comunidades pueden ser espacios de auténtica fraternidad y corresponsabilidad. La misión salesiana ha sido siempre una experiencia de ampliación de la comunidad, de construcción de redes de fraternidad que superan las barreras culturales y lingüísticas. En particular, el concepto africano de comunidad como “familia ampliada” nos invita a ver la misión no solo como una acción pastoral, sino como un proceso de integración e inclusión, donde el misionero se convierte en parte de una familia más grande. Esta visión nos desafía a revisar nuestras dinámicas comunitarias, valorando la participación de los laicos y promoviendo una cultura de la corresponsabilidad.

Repensar la misión salesiana hoy significa, por tanto, reconocer que la comunidad no es un elemento estático, sino una realidad dinámica, que crece y se enriquece a través del encuentro y el compartir.

La misión salesiana, desde sus orígenes, ha requerido una estructura flexible y dinámica, capaz de adaptarse a los contextos locales manteniendo al mismo tiempo la unidad carismática. Sin embargo, con el crecimiento de la Congregación y su difusión en todo el mundo, ha surgido la necesidad de desarrollar modalidades de gobierno que unan animación y gobierno, con el objetivo de sostener y fortalecer la misión. Esto requiere una estructura capaz de valorar las diferencias, promover la participación y garantizar una visión compartida.

Ser misioneros hoy significa saber organizar y animar de manera armónica, creando espacios de diálogo y colaboración que favorezcan la sinergia entre los diferentes sectores y niveles de la Congregación. La reorganización no es un fin en sí misma, sino que debe orientarse a sostener la misión, garantizando que la acción pastoral y educativa responda a las necesidades concretas de las comunidades locales.

Al celebrar los 150 años de la primera expedición misionera salesiana, estamos llamados a mirar con esperanza el futuro. La misión salesiana no es solo una herencia que hay que custodiar, sino un desafío que hay que relanzar con renovado entusiasmo y con una visión profética. El tema del CG29 nos invita a ser apasionados por Jesucristo y dedicados a los jóvenes, proyectándonos hacia el futuro con la valentía de quien sabe que el camino no ha terminado.

Con gratitud por el pasado, con discernimiento para el presente y con valentía para el futuro, sigamos caminando juntos, animados por el mismo celo misionero que llevó a los primeros misioneros salesianos más allá de las fronteras, impulsados por el deseo de hacer visible el amor de Dios entre los jóvenes.

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