EDB1Una investigación reciente afirma que la persona promedio escucha durante 17 segundos antes de interrumpir y comenzar a hablar. (sin duda, no se analizaron los programas de TV en los que se comenta la vida privada de los personajes del espectáculo… Allí la cifra se reduce a unos pocos segundos).

Etica-3Muchos datos atestiguan hoy graves carencias de educación y de moral en la juventud, causadas por un retroceso de la sociedad y la falta de coraje de los políticos.

Se ha descuidado la educación completa del niño, la cual incluye no solo ‘saber’, sino también saber comportarse debidamente. Hay que enseñar al joven el autodominio. Para ello hay que ser capaces de decir ‘no’ cuando sea necesario. Es con la educación familiar y con el ejemplo de sus educadores como logra el joven integrar en sí la moral y los comportamientos respetuosos.

Hoy día las agresiones, los insultos hacia los adultos, la falta de disciplina en el comportamiento escolar y social, la ausencia de respeto por los reglamentos, el robo y la mentira son comunes. Todas estas conductas atestiguan una grave carencia de educación.

 

EDB-2Hablar de “vocación” a los hijos es como enseñar el arte de tirar con el arco. La palabra “vocación” produce un efecto extraño. Una broma pesada la ha transformado en una palabra rara y pasada de moda, que se refiere casi exclusivamente a sacerdotes y religiosas. En los últimos tiempos se relaciona habitualmente con la palabra “crisis”. Y pese a esta distorsión, la palabra “vocación” es la contraseña que permite ingresar en el campo de las auténticas experiencias educativas. Y es una palabra tan rica y fecunda en contenido, que, quizás, ni siquiera valga la pena añadir el adjetivo “cristiana”. Porque no es la fe la que pone en evidencia el significado de la palabra vocación: es la vida la que lo exige.

La palabra vocación expresa un modo único y estupendo de entender la vida de los seres humanos. Significa reconocer que no hemos sido lanzados al mundo por casualidad o, peor aún, por una especie de accidente. Las palabras que abren la Biblia son las más sensacionales de la historia: “En el principio Dios creó el cielo y la tierra. Significa que Dios “ha querido” este mundo, como una mamá quiere a su hijo. Ninguno de nosotros ha pedido nacer: hemos sido llamados. Hemos sido queridos para alguna cosa. No tenemos alternativa: o somos frutos de una caprichosa casualidad o hemos sido llamados y proyectados para un fin, una meta, un designio. La elección que hagamos cambia completamente la vida. En el primer caso, vivir es un poco como cuenta aquella graciosa historieta: Un hombre de negocios, siempre muy ocupado llamó con voz fuerte un taxi y ascendió a él velozmente, ordenando: “¡Rápido! ¡A toda marcha!. El taxi partió, con un chirrido de llantas y entró en la avenida acelerando cada vez más. Al rato, al pasajero le vino una duda. Se dirigió al taxista y le preguntó: “Le dije a dónde debo ir?”. El chofer le respondió: “No, pero quédese tranquilo, que estoy conduciendo lo más rápido que puedo”.

educar-como-DB-1¿Quién librará a los niños de imágenes de un Dios “fisgón”, juez terrible o Papá Noel? La mayoría escoge el silencio. En el pasado se decía que los temas tabú entre padres e hijos eran el sexo y Dios. Hoy ha quedado solo Dios.

 

Un niño estaba dibujando, y el maestro le dijo: -“Es un dibujo interesante, ¿Qué representa?”. – “Es un retrato de Dios”.- “Pero nadie sabe cómo es Dios”. –“Cuando haya terminado el dibujo, lo sabrán todos!”

 

Los niños saben cómo es Dios. ¿Cuánto tiempo empleamos en hacérselo olvidar? Los niños tienen derecho a la educación religiosa. Y la familia es la matriz de todos los significados espirituales de la existencia. En la familia aprenden los niños el “sabor” de conceptos y actitudes profundamente espirituales como acogida, escucha, perdón, consuelo, comunión, bendición, gratitud, entrega, sacrificio.

educar-como-DB1La adolescencia es un período de crisis, más para los padres que para los hijos. Comienza cuando los hijos manifiestan a sus padres que no tienen más necesidad de ellos: “¡Es asunto mío!”, dicen presumiendo.

Los muchachos, estos nuestros jóvenes filósofos, sentencian: “El asunto es si yo todavía necesito que mis padres intervengan en este tipo de cosas”. Cuando los hijos hablan así, no están tocando las trompetas de la revolución: sencillamente, recuerdan a sus padres, con buena intención, que ha llegado el tiempo de retirarse de la línea del frente para iniciar una etapa distinta de la vida en común. Cuanto más tiempo tarden los padres en comprenderlo, más fuerte harán oír su voz los hijos. 

educar-como-DOn-Bosco-1Los padres siempre están tentados de comparar a sus hijos con los de los otros. Y a los propios hijos entre sí.

Mi hijo es mucho más despierto que aquel”. En la escuela, mi hija supera a todos sus compañeros de clase…”, “Mi niño es excelente en todo…” Algunos padres valoran de más a sus propios hijos y ejercen sobre ellos una presión enorme, con el riesgo de que cada fracaso sea vivido como un drama. Otros se dedican a comparaciones despreciativas –“Tu hermana nadaba mejor a tu edad”, -que solo sirven para desanimar. Positivas o negativas, las comparaciones impiden al niño construirse una identidad sana. Los niños tienen la tendencia a compararse con los otros y a definir la propia identidad cotejándose con sus hermanos y compañeros, porque también ellos viven en este mundo, enfermo de un espíritu de competencia siempre más exasperado e invasor.

ph174La disciplina entra más por los ojos que por los oídos.

No se hace con sermones. Los padres no deben olvidar nunca que ellos son modelo y espejo exactamente para lo mismo que piden y para el mismo comportamiento que exigen a los hijos.

 

Brota del amor claramente percibido

Puede exigir mucho solo quien da mucho. Todo el aprendizaje, aun el de los limites y las estructuras, empieza con la primera caricia, de la que el niño aprende la confianza, el calor, la intimidad y el afecto hacia los que lo rodean. El noventa por ciento de la enseñanza a los niños para que interioricen los límites se basa precisamente en su deseo de agradar a las personas de su entorno. Los niños desean complacer: porque quieren a los que se ocupan de ellos y desean su aprobación y su respeto. Si se considera la disciplina como una enseñanza y se transmite con mucho afecto, atención y capacidad de entrega, los niños se sienten bien cuando la cumplen. Saberse la luz de los ojos de otro es una sensación que nutre e infunde calor.