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EditorialLos jóvenes son el motor de la transformación en una sociedad, representan el cambio y la innovación, y es crucial comprender sus necesidades, desafíos y potencialidades.

En un mundo que a menudo se debate entre dos visiones extremas de la juventud, es importante reflexionar sobre el papel que desempeñamos como adultos en la formación de las generaciones venideras.

Infografia Los jovenes de hoy 1

 ¿Los jóvenes de hoy son peores o mejores? La respuesta es que solamente son diferentes.Un sabio pedagogo español, José Corts Grau, decía que «a la juventud hoy se le adula, se la imita, se la seduce, se la tolera... pero no se le exige, no se le ayuda de verdad, no se le responsabiliza... porque, en el fondo, no se la ama».

Los jóvenes han marcado su propia forma de mantener sus relaciones interpersonalesClaramente la era digital ha cambiado la forma en la que se establecen las relaciones humanas, ya sea de amistad o amorosas. No es raro ver en los pasillos de una escuela, jóvenes en círculo, cada uno con su celular en mano, riendo a carcajadas, aunque no hablan entre sí, están compartiendo a través de sus dispositivos. Parece disruptivo. Sí, lo es y no dejará de suceder.

La cultura digital va cambiando rápidamente, y los jóvenes van descubriendo y adaptándose a estos cambios de forma natural.En la era digital en la que vivimos, la tecnología ha moldeado la forma en que los jóvenes y adolescentes encuentran la forma de entretenerse y ocupar los momentos de ocio. La Generación Z, nacida aproximadamente entre 1997 y 2012, ha crecido en un mundo en constante evolución tecnológica, lo que ha dado lugar a una cultura digital muy particular.

los jóvenes descubren que las fronteras no limitan a Dios, sino que él supera los esquemas socioculturalesLa realidad social que los jóvenes de nuestra Centroamérica experimentan es su accesibilidad a la información global. En este sentido, como aspectos positivos destacan la inmediatez de la información a través de los recursos digitales, que conlleva la capacidad de estar al día con los eventos de interés cristiano. En segundo lugar, la amplia capacidad de autoformación continua en las áreas teológicas y pastorales. Y, finalmente, la disponibilidad de especialización en multitud de contenidos eclesiales. De tal suerte que los jóvenes tienen una oportunidad histórica, como nunca antes se evidenció, para formarse en conocimientos de primer nivel y fortalecer su espiritualidad.