Un Salesiano en Albania

Tiempo para dar tiempo. Abril 2016.- Un mes más ha pasado y no pareciera, pero llevo ya bastantes días acumulados por estas tierras aún tan desconocidas para mí. Desde que llegué he sentido el tiempo volar. Es más, desde que salí de Guatemala me he sentido en “un solo tirón”, entre idas y vueltas, lugares y personas, que me cuesta creer que son 8 meses. Haciendo cuentas, en 10 meses he vivido en al menos 5 lugares tan diferentes que me han hecho llegar al punto de descubrir que el viaje que en verdad estoy haciendo es aquel que Juan Pablo II decía “es el más apasionante”: el viaje al interior de uno mismo.

 Semana Santa en Gjilán. Creo que la vivencia del triduo pascual en mi tierra bendita es una enorme curiosidad para muchos, como lo fue para mí. Sabía que no habría procesiones, cucuruchos o torrejas y que no sentiría el calor veraniego.

No tengan miedo!Al aproximarse el Faraón, los israelitas pudieron ver que los egipcios los estaban persiguiendo. Sintieron mucho miedo y clamaron a Yahvé; dijeron a Moisés: «¿Acaso no había tumbas en Egipto para que nos hayas traído a morir al desierto?, ¿qué has ganado con sacarnos de Egipto?

Es un hecho que nuestra presencia está cuestionando a estos muchachos...Creo que una de las primeras preguntas que muchos me harán es ¿qué hago en Kosovo? Así que les cuento de qué se trata mi día a día. Por ratos me detengo a contemplar lo que vivo para caer en cuenta en donde estoy. Me gusta hacerlo por dos motivos: porque aprovecho para recordar cuántas dudas, cuantas oraciones, cuántas confesiones, cuántos consejos me trajeron aquí y porque aprovecho para agradecerle a Dios mi ‘hoy’.

Felicidad salesiana... Lo había comentado antes y ahora me detengo a contemplar la belleza de nuestra alegría. Alegría que pasa por ratos de teatro, de risa, de llanto y de música, llenando nuestras casas de fiesta, pintando nuestros corazones de gozo.

Una de las cosas que primero me llamaron la atención al venir a Gjilan es el hecho de ser estadísticamente una minoría. Viniendo de una cultura de tradición cristiano-católica, saber que de más de 130,000 habitantes sean solo 18 los católicos que conocemos, es un dato que impresiona. Existen algunos cripto-católicos que prefieren vivir su fe en secreto, pero el resto son, en su inmensa mayoría, musulmanes.