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poligono2 En El Salvador, donde las estadísticas lo señalan como uno de los países más violentos del mundo, las bandas juveniles constituyen un gran obstáculo para el crecimiento de los muchachos. El padre José “Pepe” Moratalla, sdb, se ha comprometido en transformar la realidad a través de la educación.

 

De un reciente reporte publicado por la oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el crimen aparece que El Salvador es el país con la segunda tasa más alta de homicidios del mundo, y que la mayor parte de los actos de violencia se atribuye a la lucha entre las bandas rivales. Desde el año 1999, ya en tres gobiernos diversos han tratado de combatir la violencia a través de condenas muy altas y el empleo de las fuerzas del orden, pero, cuando se miran los resultados, no han tenido efecto significativos.

 

El padre Moratalla, de 64 años de edad. salesiano sacerdote, sostiene que un acercamiento más sabio debería tener en cuenta la prevención del crimen y la rehabilitación. Español de nacimiento, es misionero en el país desde el año 1983 y desde hace 24 años dirige el “Polígono Industrial Don Bosco”, un complejo de micro empresas que surge en uno de los barrios más peligrosos de la ciudad. El centro ofrece gratuitamente educación y formación profesional a los niños y los jóvenes adultos de las comunidades marginadas, con el fin de hacer crecer el sentido de la responsabilidad y las competencias en los jóvenes y alejarlos de la violencia y del crimen.

 

“Muchos de estos muchachos estarían muertos si no estuvieran aquí” dice el salesiano, que agrega: “Mi fuente de inspiración es la doctrina de la iglesia”.

 

Actualmente el Instituto acoge cerca de 400 estudiantes, de los cuales 150 son considerados en situación de riesgo de ser interceptados por las bandas y por eso viven dentro del campus. En el Instituto, además, estudian algunos jóvenes también jóvenes ya condenados por varios reatos, que, en virtud del instituto son enviados por los jueces para aprender un oficio.

 

Los cursos actualmente son electrónica, mecánica, ebanistería, soldadura y corte y confección, pero también entre los proyectos de Moratalla está el de pertenecer a la orquesta sinfónica, cuyos miembros son seleccionados del Instituto salesiano y de otras  40 escuelas situadas en los barrios en situación de riesgo.

 

El instituto puede contar con la ayuda económica de 300.000 dólares anuales de parte del gobierno salvadoreño, cifra que cubre menos de una tercera parte del balance total. El resto del dinero proviene de donaciones y “de la Providencia” dice el padre Moratalla.

 

Para el futuro, el padre Moratalla espera que los estudiantes formados en el centro puedan dar mejores resultados a las exigencias del país. “No quiero producir sólo trabajo, o jefes de empresa, sino formar jóvenes emprendedores”. Por este motivo he llegado al acuerdo con tres universidades para iniciar el curso universitario y crear “encubar” empresas,  con el objetivo que al final de sus estudios, los jóvenes graduados puedan hacerse cargo.

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