Aunque la bondad de Dios ha sido muy generosa conmigo, nunca he pretendido conocer ni obrar cosas sobrenaturales. Desde 1861 Don Rua y otros decidieron guardar memoria de todo lo que Don Bosco hacía y decía. Estaban convencidos de que Don Bosco era ciertamente un hombre “marcado por lo maravilloso”, pues “los grandes proyectos que manifestaba en torno al futuro les revelaban que había en él algo sobrenatural y nos hacían presagiar días más gloriosos para él y para el oratorio.

Alguien empezó a decir que Don Bosco tenía algo de sobrenatural: preveía el futuro, por ejemplo. Otros le atribuían hasta milagros, como contaría el joven Francisco Dalmazzo, llegado a Valdocco en 1860, que sería procurador general de la Sociedad Salesiana: “Desde entonces oí que se hablaba en el Oratorio de milagros y hechos extraordinarios”. Y añadía: “Entre otros hechos, me contaba Don Ruffino, que entonces era clérigo, que Don Bosco había resucitado a un muerto, un joven externo del oratorio, para confesarlo”. Recordará también que cuando “los muchachos del oratorio fueron en una ocasión con Don Bosco a la Virgen de Campagna, a pocos kilómetros de Turín, las campanas se pusieron a tocar solas...”

Resultaba natural considerarlo santo, hombre de Dios, cuando se le veía ganar diariamente la batalla de la salvación de las almas. Todo lo sacrificaba, comenzando por su salud, arrastrándose casi de una enfermedad a otra, para acudir siempre con presteza en ayuda de quien lo necesitaba dentro o fuera del Oratorio. Sus oraciones y celebraciones no tenían nada de solemne: eran el reflejo de una alma libre y simple. Según Pedro Stella, “hacía pensar que la virtud divina que imploraba nacía directamente de él”. Y ciertamente tenía una confianza total en que Dios sostiene su obra: Él se la ha mandado y Él la sostendrá.

Lo explica Don Bosco mismo en el testamento espiritual que deja a los salesianos dos meses antes de morir: “Aunque la bondad de Dios ha sido muy generosa conmigo, nunca he pretendido conocer ni obrar cosas sobrenaturales. No he hecho sino pedir y hacer pedir a las almas buenas las gracias del Señor. He experimentado además la eficacia de las oraciones y comuniones de nuestros jóvenes. Dios piadoso y su santísima Madre vinieron en ayuda de nuestras necesidades.

 

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