El emperador de Austria, Hungría y Bohemia Francisco José,su madre Mariana y su hijo, el duque Rodolfo de Habsburgo eran benefactores de la obra de Don Bosco Que entre los grandes benefactores de Don Bosco figuraran el emperador Francisco José y su familia es una sorprendente novedad.

La desconocida historia de Don Bosco no deja de sorprender. Se sabe, por ejemplo, que entre los generosos benefactores de Don Bosco había condes, marqueses, príncipes, reyes de Saboya y de Italia con sus respectivas esposas, que a menudo eran más caritativas que sus propios maridos. Pero que entre estos grandes benefactores estuvieran el emperador Francisco José, su madre Mariana y su hijo, el duque Rodolfo de Habsburgo, fue toda una novedad, que podemos documentar gracias al reciente descubrimiento de interesantes documentos.

Don Bosco en el imaginario público internacional de su época y también posterior (en publicaciones, periódicos, correspondencia privada), tenía mil facetas.

Quizás fue precisamente apelando a esta imagen pública positiva que, en un determinado momento de su vida, Don Bosco puso la mira en sus bienhechores.

Y así fue como el 3 de febrero de 1886 tomó la pluma y escribió una carta al emperador de Austria, Hungría y Bohemia Francisco José

Don Bosco comienza diciendo que como emperador católico no podía dejar de saber que "en Roma, se estaba construyendo una iglesia en honor del Sagrado Corazón de Jesús y un hospicio contiguo, capaz de dar cobijo a 500 jóvenes abandonados de cualquier nación que por casualidad venían a Roma".

Precisa inmediatamente que el proyecto, con un presupuesto de 3 millones de libras (varios millones de dólares hoy día), era una iniciativa papal y le había sido confiado a él y a los Salesianos Cooperadores para su realización. Pero desgraciadamente, por falta de fondos, se corría el riesgo de suspender la obra. Por eso había lanzado una lotería de pequeños regalos.

Por lo tanto, confiando en lo mucho que Su Majestad Imperial estaba "animado en promover buenas obras, especialmente cuando benefician a la juventud", se tomaba la libertad de enviarle 600 billetes para dicha lotería.

Un signo de reconocimiento

Don Bosco se tomó la libertad de inscribir a Su Majestad "en la nómina de los Salesianos Cooperadores y enviarle el diploma con la colección del Boletín Salesiano en la confianza de que Su Majestad perdonaría su osadía y acogería con agrado la inscripción en la Pía Asociación". Concluía su carta invocando "las más selectas bendiciones del Cielo sobre Vuestra Majestad, sobre su familia imperial y sobre su vasto Imperio".

¿Le habrá gustado esta inscripción al emperador católico? ¿Qué habrá hecho con el diploma del Salesiano Cooperador? ¿Habrá encontrado tiempo para hojear algunas páginas del Boletín Salesiano? No lo sabemos, pero a Don Bosco ciertamente no le faltó valor para dirigirse nada menos que a un emperador extranjero, para rogarle que le ayudara en su obra en favor de la juventud pobre y abandonada de una ciudad extranjera como Roma.

 

Leer más

 

Compartir