El 5 de agosto de 1872 fue fundado el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora en Mornese, Italia. A la hora conveniente fueron a la capilla, donde Monseñor Sciandra celebró la Santa Misa de Comunión general, bendijo el hábito que llevaba al brazo cada una, y hecha la vestición, recibió las profesiones de las que fueron admitidas.

Eran 15 en total, pero sólo 11 de ellas hicieron los votos trienales. Entre ellas - como la más indicada -, María Mazzarello, que tenía entonces 35 años.

Estos son sus nombres: María Dominga Mazzarello, Petronilla Mazzarello, Felicina Mazzarello (hermana de María), Juana Ferrettino, Teresa Pampuro, Felicitas Arecco, Rosa Mazzarello, Catalina Mazzarello, Ángela Jandet, María Poggio, Asunción Gaino, Rosa Mazzarello, María Grosso, Corinna Arrigotti, Clara Spargliardi. Las 11 primeras, hicieron su profesión religiosa.

Casi todas procedían de los campos, donde con más frecuencia esparcen su perfume las escondidas violetas, florecen los lirios del valle y exhalan su fragancia las rosas.

A las profesas se les impuso un Crucifijo que llevaban pendiente del cuello; a las novicias, la medalla de María Auxiliadora.

Don Bosco, revestido de roquete, asistía a la piadosa y conmovedora función. Las jóvenes empezaron a leer todas juntas la fórmula de los votos, pero él les hizo señal de callar para decirles que debían leerla individualmente y así se hizo.

Habiendo regresado a su sitio, esperaban una palabra, pero el Obispo no quiso hablar, y dirigiéndose a Don Bosco le dijo: "Le corresponde a usted". Don Bosco trató de evadirse, pero el Obispo se mantuvo firme y Don Bosco habló, haciendo un discursito de ocasión, del que se recuerdan los pensamientos siguientes: "... Vosotras sufrís y yo veo con mis ojos que todos os persiguen, se burlan de vosotras y vuestros mismos parientes os abandonan; pero no debéis sorprenderos. Me extraña que no actúen aún peor. El padre de San Francisco de Asís hizo mucho más contra su santo hijo. Vosotras os haréis santas y con el tiempo haréis un gran bien a muchas jóvenes si os mantenéis siempre humildes y mortificadas. Entre las plantas más pequeñas, de las que a menudo habla la Sagrada Escritura, está el nardo. Vosotras decís en el Oficio de la Virgen: Nardus mea dedit odorem suavitatis. ¡Mi nardo ha exhalado un suave perfume! ¿Pero sabéis cuándo sucede esto? El nardo exhala su perfume cuando es pisoteado.

No os dé miedo, mis queridas hijas, de ser ahora maltratadas por el mundo. Tened ánimo y consolaos, porque sólo de esta manera seréis capaces de hacer algo en la nueva misión. El mundo está lleno de peligros, pero si vosotras vivís según vuestra nueva condición, pasaréis incólumes y podréis hacer mucho bien a vuestras almas y a las de vuestro prójimo".

Don Bosco exultaba de santa alegría y quiso que las nuevas religiosas llevaran el hermoso nombre de Hijas de María Auxiliadora porque, como dijo con acento conmovido, quería que "el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora fuera un monumento de perenne gratitud a los singulares favores obtenidos de tan buena Madre".

Don Francisco Cerrutti, que fue uno de los primeros y más adictos alumnos de Don Bosco, y después director general de las escuelas salesianas por 31 años, en el proceso informativo declaró: "Recuerdo haber oído a Don Bosco, de cuya intimidad tuve la dicha de gozar desde 1857 hasta su muerte, el 31 de enero de 1888, recuerdo, digo, haber oído: 'Son muchos y grandes nuestros deberes de reconocimiento y gratitud hacia María Auxiliadora; lo que somos y cuanto hemos hecho se lo debemos a Ella. Por esto deseo que quede un monumento perenne e inmortal de nuestro agradecimiento hacia esta buena Madre; este monumento serán las Hijas de María Auxiliadora' " .

 

Texto tomado del libro: Santa María D. Mazzarello, Cofundadora y primera Superiora General de las Hijas de María Auxiliadora, volumen I. Escrito por Fernando Maccono, Sac.

 

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