Conociendo a DB2 En 1858, la excursión otoñal que Don Bosco solía hacer con los muchachos del oratorio a I Becchi, tuvo como centro y cuartel general Villa San Secondo. Desde aquí, se desplazaban a los pueblos de los alrededores.

El día 8 de octubre se celebró en dicha población la fiesta de la Virgen de Gracia. En la celebración religiosa actuó la banda del Oratorio y los muchachos cantaron la misa. Toda la población estaba entusiasmada. Asistía el consejo municipal en pleno. Por la tarde, vísperas solemnes, procesión y bendición. A continuación, comenzó a tocar la banda en la plaza.

Por todo el pueblo se corrió la voz que se estaba preparando un teatro en el patio de Perucatti. En la plaza se había preparado un baile y a la hora establecida empezó a sonar la música. Pero al enterarse de la presentación teatral, toda la gente se desplazó al lugar del teatro para gozar del espectáculo, quedando desierta la plaza del baile.

Los muchachos del Oratorio representaron una comedia del autor italiano Julio Genoíno. Salió también a escena el célebre Gianduya, personaje cómico, especie de arlequín del antiguo teatro piamontés, que con sus chistes y bromas entusiasmó al innumerable auditorio.

Los empresarios del baile popular, después de esperar más de media hora a la gente que no acudía, decidieron también irse ellos a la comedia. Amargados, querían ver a Don Bosco y pedirle cuentas de por qué les había robado a la gente del baile. Pero no les fue posible hablar con él.

Al día siguiente, domingo, fiesta de la maternidad de María, por la tarde, se quiso obsequiar también a la gente, que había pedido insistentemente la repetición del programa de la tarde anterior, con otra representación teatral. Entonces, los empresarios del baile, que habían esperado un desquite, no se resignaron ante tal fracaso y se presentaron a Don Bosco exigiendo reparación del daño ocasionado por los gastos habidos con los músicos, las bebidas preparadas, la ornamentación y todo lo demás.

Don Bosco que los había recibido con la mayor cortesía, les dijo:
–¿Han venido ustedes también a la función de nuestro teatro?
–¡Sí, señor! Nos habíamos quedado solos.
–¿Y se han divertido?
–Estuvimos hasta acabarse la función.
–Pues bien ¿Qué daño quieren que yo repare? La gente era libre de ir adonde quisiera. Yo no he ido al baile que ustedes habían preparado y no les reclamo nada. Ustedes se han divertido en mi teatro y no me pagan. ¿Qué quieren entonces y con qué derecho me reclaman?

Reconociendo su error, se marcharon avergonzados.


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