1877-Torino-terza-spedizionDon Bosco vivió en un ambiente poco favorable y en algunos aspectos contrario al desarrollo de las vocaciones eclesiásticas.

El mismo Don Bosco escribía recordando aquellos tiempos: “Un espíritu de vértigo se levantó contra las órdenes religiosas, y las Congregaciones eclesiásticas; después, en general, contra el clero y todas las autoridades de la Iglesia. Este grito de furor y de desprecio por la religión llevaba consigo la consecuencia de alejar a la  juventud de la moralidad, de la piedad; y por tanto de la vocación al estado eclesiástico. Por eso no había ninguna vocación religiosa y casi ninguna para el estado eclesiástico. Mientras las instituciones religiosas se iban poco a poco desintegrando, los sacerdotes eran vilipendiados, algunos metidos en la cárcel y otros en arresto domiciliario; ¿cómo iba a ser posible, humanamente hablando, cultivar el espíritu de vocación?”.

conociendodbEntre 1854 y 1855 sucedió una graciosa aventura. Don Bosco tuvo que mandar a un clérigo a Turín para un encargo bastante importante; tenía el muchacho los zapatos descosidos y deteriorados, y él, sin pensar en las consecuencias, se quitó de los pies los suyos y se los dio. El clérigo dijo a sus compañeros al salir: -Ya veremos cómo se las arregla hoy Don Bosco, porque no tiene zapatos.

Efectivamente Don Bosco mandó llamar a Buzzetti, Rúa y otros; pero ninguno de ellos tenía más zapatos que los puestos y no pudieron encontrar unos adaptados a la medida de Don Bosco. Al fin se encontraron unos zuecos. Pero es de advertir que era en pleno verano. A la hora de comer bajaba Don Bosco las escaleras, y todos los muchachos corrían ante el extraño ruido y reían al ver los zuecos que llevaba Don Bosco.

Pero lo mejor fue que, hacia las tres, se presentó un sirviente del conde Giriodi pidiéndole que fuera corriendo para atender a un enfermo de aquella noble familia. Don Bosco quería un coche para que nadie viese los zuecos, pero hacía falta mucho tiempo para encontrar uno, porque en aquellos tiempos había pocos estacionados en el centro de la ciudad y muy caros. Y había que ir enseguida.