tm1 ver Los saludo desde Mornese (cuna de Sor María Domenica Mazzarello), en un día de profesión religiosa perpetua de tres Hijas de María Auxiliadora.

Y resulta que en este hermoso día de Familia Salesiana, hoy centrado en nuestras Hermanas, monumento viviente a María Auxiliadora, tal como lo quería Don Bosco, una joven hermana me entrega al final de la eucaristía un pequeño escrito, diciéndome que era su homenaje a Don Bosco en esta celebración del bicentenario de su nacimiento.

Cuando tuve un momento de calma lo leí y, a medida que iba avanzado en la lectura, se hacía presente en mí la certeza de que el Señor sigue comunicándose siempre, de manera continua, por medio de tantas mediaciones en la vida de todos nosotros.

Le pedí permiso a la hermana para publicar su escrito de manera anónima porque me pareció hermoso, y aquí está. Dice lo siguiente:

“Querido Rector Mayor: le hago llegar estas palabras que son homenaje a Don Bosco en su bicentenario, por todo lo que ha significado en mi vida.
Querido Don Bosco, soy yo, tú me conoces. Este año hemos celebrando tu fiesta y miles y miles gozaron tu alegría; te felicitaron, te expresaron su amor de hijos e hijas. Yo soy, posiblemente, un granito de arena delante de esa arena del mar. Pero aún así, hoy quiero decirte GRACIAS.

¡GRACIAS! Porque, por Providencia de Dios, te conocí escuchando hablar de ti. Recuerdo que imaginaba cómo serías mientras leía tu vida.

Y entonces te conocí realmente. Te conocí en ese patio del centro juvenil en tus hijos, los salesianos. Miré aquel patio grande, lleno de niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Y veía a salesianos correr, jugar, reír, y también escuchando a algunos jóvenes. Me parecía el cielo.

Apareces en mi vida justo cuando estaba en mi adolescencia, donde todo me aburría, donde no sabía quién era yo misma en realidad. Y entonces el Señor, que es también Amor y Alegría, se presentó en mi vida con este carisma tuyo.

Recuerdo un día en el que sentí muy vivo en mí el deseo de ser salesiana. Ser como tú, para nunca dejar de ser feliz. Dar a conocer a Dios como tú. Digo “como tú” porque ver a un salesiano fue siempre verte a ti.

Tu carisma, tu forma de ser, era compatible conmigo y, poco a poco, Dios me fue atrayendo y así comenzó la aventura. Tu presencia paterna, siempre estuvo presente en mí, como por ejemplo en el momento en que Dios llamó a mi papá para estar con Él. Dios se hizo presente en la presencia de cada salesiano que nos acompañaron, a mí y a los míos, en esos momentos difíciles.

Don Bosco, tú me hiciste gozar de la presencia de Dios a quien quise tener en mí para darlo también a los demás. Y entonces, este Dios sorprendente se las ingenió para guiar mis pasos hasta ser Hija de María Auxiliadora.

Hoy quiero decirte nuevamente ¡Gracias! Gracias por la presencia de tus hijos e hijas. Cuando el dolor de mi corazón era grande, encontré con quien hablar. Cuando tuve momentos de pena y tristeza, encontré quien me diera paz. Cuando mi pecado me hablaba de mi fragilidad, encontré quien fuera mediación de la misericordia de Dios. Cuando estuve en peligro alguien dio la vida por mí.
No sé, Don Bosco, no sé cómo decirte que has sido grande para mí.
Yo no seré la mejor de las hijas e hijos de Dios, pero tengo un corazón que te ama mucho porque no eres un santo que nació y existió hace ya 200 años. Eres un santo que comparte la alegría de Dios en un carisma vivo, porque Dios es un Dios de vivos.

Si supieras de verdad todo lo que eres para mí. Me acercaste a un Dios que le dio sentido a mi vida, y me mostraste lo hermoso que es entregarle la vida a Cristo.

Feliz fiesta. Feliz 200 cumpleaños, mi querido Don Bosco. Quisiera abrazarte y decirte ¡Gracias! Te quiero”.

Hasta aquí este hermoso, personal, sincero y transparente testimonio de nuestra Hermana. A mi modo de ver, qué mensaje bello para toda nuestra Familia Salesiana. Qué mensaje interpelante para mí mismo y para todos y cada uno de mis hermanos salesianos, porque me hace pensar cómo realmente los jóvenes, las jóvenes de hoy necesitan más que nunca que encarnemos a Don Bosco, que seamos también nosotros ‘Don Bosco hoy’, siguiendo en el discipulado a Jesús, con este carisma salesiano de nuestra Familia.

Y me hace pensar, como decía al inicio, cómo nuestro Dios sigue tocando el corazón de cada una de sus hijas e hijos en el mundo, cómo su Espíritu abraza, acaricia, interpela y llama, y como las mediaciones, tantas mediaciones -como podemos ser todos y cada uno de nosotros para los demás-, son también palabra viva, actual y eficaz de Dios para quien las recibe.

Te doy las gracias, querida hermana, junto con los lectores que habrán leído este bello testimonio, y todos juntos felicitamos a Don Bosco en este su cumpleaños, y le pedimos la gracia de que interceda ante el Señor para que sigan siendo otros muchos jóvenes (ellos y ellas) quienes deseen seguir a Jesús en la diversidad de vocaciones de esta nuestra Familia Salesiana que, ante todo, es familia al servicio del Evangelio y en comunión con toda la iglesia, con el papa y las iglesias locales, como siempre lo quiso Don Bosco.

Compartir