1 13_12421_ Damasco, abril 2015.Como siempre en las guerras quien paga el precio más alto son los más débiles. Lo demuestran, por si hubiera dudas, los trágicos acontecimientos que tienen lugar en este momento en el campo de refugiados de Yarmuk, a las afueras de Damasco, donde unos 18.000 refugiados palestinos, entre ellos 3.500 niños, están atrapados entre el fuego del ejército regular sirio y la avanzada de los rebeldes.

"Más allá de lo inhumano", así Chris Gunness, portavoz la organización de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA), calificó la situación de la población en el campo de refugiados de Yarmouk, en las afueras de Damasco. "No hay comida, no hay agua y muy pocas medicinas... La gente está encerrada en la casa, y los combates están activos en las calles. Todo esto se debe detener y los civiles deben ser evacuados".

Por su parte, Pierre Krahenbuhl, Comisionado General UNRWA, en una declaración ante el Consejo de Seguridad, dijo que los refugiados en el campamento sobreviven con raciones de alimentos de 400 calorías al día, menos de una cuarta parte de lo que sería necesario de acuerdo a la OMS, la organización mundial de la salud. Y la última entrega de alimentos se llevó a cabo hace 10 días, el 29 de marzo.

Mientras que ahora la batalla ha llegado justo en Yarmuk, con los rebeldes que, según diversas fuentes cometen atrocidades contra la población civil, el Consejo de Seguridad de la ONU llamó a la creación de un corredor humanitario para garantizar "la protección de los civiles, la asistencia humanitaria y para salvar vidas".

Para el mismo fin diversas ONG italianas, entre ellas el Voluntariado Internacional para el Desarrollo (VIS), invocaron del Gobierno italiano una acción urgente para apoyar los esfuerzos de la UNRWA. El Ministro de Relaciones Exteriores, Paolo Gentiloni, después de una reunión trilateral con los ministros de Egipto y Argelia ha establecido una asignación de 1,5 millones de euros para los niños palestinos atrapados en el campo.

En su intervención en el Consejo para los Derechos Humanos en Ginebra, el pasado 17 de marzo, Mons. Silvano Tommasi, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, había recordado la difícil situación de los niños en los campamentos de refugiados, que "más allá de las inmensas tragedias que les afectan" ven su futuro en riesgo debido a la ausencia o la pérdida de los documentos que les dan los derechos mínimos, de la falta de educación y de la separación de sus familias. "Si la violencia no se detiene y no se recupera el ritmo normal de la educación y el desarrollo, estos niños corren el riesgo de convertirse en una generación perdida".

Al respecto Papa Francisco dijo ayer durante la audiencia general: "Todos los niños marginados, abandonados, que viven en las calles pidiendo limosna y con todo tipo de maniobras, sin escuela, sin atención médica, es un grito que se eleva a Dios y que acusa al sistema que nosotros adultos hemos construido".

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