bracelona El fiel secretario Viglietti nos ha dejado un testimonio vivo y detallado del triunfal viaje de Don Bosco a Barcelona. Casi al final de su vida, en 1886 --dos años antes de morir--, nuestro padre decide hacer un largo viaje a la Ciudad Condal con el objeto de seguir recaudando fondos entre las familias burguesas de Barcelona para sostener su obra y conseguir adhesiones a su proyecto.

El viaje tuvo unas resonancias enormes y de él quedó constancia en muchos periódicos de la época, pero sobre todo, en el corazón de los ciudadanos catalanes, que tuvieron la ocasión de escucharlo, celebrar la misa con él o recibir su bendición. Numerosas gracias se atribuyeron a la intercesión de María Auxiliadora en aquellos días a través de la bendición del viejo sacerdote turinés, que muchos consideraban un auténtico santo en vida.

En el contexto de esta visita, Don Bosco (con Don Rúa y Viglietti) fue invitado a comer el día 3 de mayo a casa del señor Luis Martí-Codolar y con él los chicos huérfanos del Oratorio de Sarriá, que vivieron un día de fiesta corriendo y jugando a sus anchas por la finca de la familia. Les fue servida una buena comida y pudieron saludar con alegría a Don Bosco. ¡Un día completo!

Cuenta el cronista:
“Todos los familiares, casi 50, fueron invitados a la comida. En el jardín estaban preparados también 150 cubiertos para los jóvenes del oratorio salesiano. ¡Fue una verdadera fiesta!(...). Hacia las cuatro, bajamos al jardín y un fotógrafo retrató a toda la comitiva por ocho o diez veces en menos de cinco minutos”.

Joaquín Pascual y Martí-Codolar, sobrino del dueño de la casa, fue el fotógrafo que nos ha dejado una de las fotos más interesantes que se conservan del santo: Don Bosco está sentado y rodeado de muchachos de los presentes en aquella circunstancia. Cien años más tarde, Don Viganó, contemplando la foto, escribió:

“¡Esta es la mejor foto de Don Bosco! Cien años después, los jóvenes que no cupieron en ella esperan, por las calles y los continentes, el don de la apasionante misión salesiana. ¡Seamos imitadores de Don Bosco como él lo fue de Cristo!”

La invitación de Don Viganó es una fuerte llamada para renovar nuestro compromiso con la misión juvenil y popular. El don del carisma salesiano sigue siendo actual y las nuevas y las antiguas pobrezas de los jóvenes nos piden alcanzar nuevas fronteras. Con un corazón ancho y en fidelidad al padre, hoy hacemos lo posible para que puedan sentarse muchos a la mesa. En la casa de Don Bosco siempre habrá un lugar para los pequeños y los pobres. Todos los que no cupieron en aquella foto son el reclamo para una mayor entrega y generosidad de la familia salesiana en todos los rincones del mundo. Es un estímulo para una nueva foto todavía mejor de Don Bosco, haciendo posible que en ella todos los jóvenes, especialmente los más vulnerables, tengan un sitio junto al corazón de nuestro padre.

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