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Las Hermanas Zoila Caal y Manuela Cucul junto a las demás Hermanas de la Resurrección, congregación religiosa femenina indígena. Alta Verapaz, Guatemala, mayo 2022. - La Hermana Zoila Caal Cacao, de la etnia indígena qeqchí, subía al estrado en la ceremonia de graduación para recibir su diploma de licenciada en administración de empresas.

Su feliz sonrisa sellaba el esfuerzo de cinco largos años de estudio. Lo cual no le había resultado fácil, ya que es la superiora de las Hermanas de la Resurrección, congregación religiosa femenina indígena.

Otras siete Hermanas cursan estudios en profesorado de enseñanza media. De hecho, la Hermana Manuela Cucul recibía ese mismo día el título respectivo.

¿Fundar una extensión universitaria destinada primordialmente a la población indígena? Lo que parecía una quijotada del misionero salesiano P. Jorge Puthenpura, terminó echando raíces y cuerpo robusto.

En su séptimo año de fundada cuenta actualmente con seis carreras: administración de empresas, administración educativa, trabajo social, profesorado en enseñanza media, profesorado en enseñanza primaria. Y la joya de la corona: agronomía, que capta el mayor número de estudiantes. Tratándose de una población predominantemente rural, esta carrera cobra un significado de urgente utilidad.

Tan pujante ha sido su desarrollo que el número de alumnos y alumnas crece año con año. Y lo mejor, la mayoría proviene del mundo indígena q’eqchí . Este crecimiento constante ha obligado a la construcción de un nuevo y moderno pabellón de aulas de tres plantas que ya está en funciones.

De hecho, se trata de una extensión de la Universidad Mesoamericana, salesiana, situada en la capital de Guatemala. Lo cual no restringe sino incentiva un alto margen de autonomía administrativa.

Los salesianos se encuentran en el municipio de Carchá desde el año 1935. A doscientos kilómetros al norte de la capital de Guatemala, la misión salesiana ha ido evolucionando vigorosamente.

En la actualidad trabajan allí ocho salesianos misioneros atendiendo pastoralmente 430 comunidades rurales llamadas aldeas.

Los mayores aciertos han sido la asunción del idioma local, el q’eqchí como vehículo ordinario de la pastoral, el impulsar el protagonismo laical con diversidad de ministerios y el identificarse con la vida ordinaria de la población indígena.

Otro gran proyecto educativo para varones indígenas son los tres Centros Don Bosco que, en conjunto, educan a más de dos mil jóvenes en modalidad de internado. Esta rama misionera es impulsada por el salesiano australiano P. Antonio De Groot.

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