Guatemala, marzo 2016.- El 5 y 6 de marzo se llevoó a cabo el encuentro de animadores  laicos y consagrados  que acompañan a  los oratorios salesianos del país. Este año, el encuentro fue realizado en el Instituto Filosófico Manuel Enrique Piñol,  bajo el lema: “Seamos signos de la Misericordia para los jóvenes”.

Desde la tarde del sábado se empezaron a reunir las delegaciones de los oratorios participantes, que este año fueron ocho. Se contó con la presencia de representantes de Petén, Alta Verapaz, Quetzaltenango y la Ciudad Capital. Al iniciar se compartió un momento de juegos espontáneos, lo cual creó un ambiente de familia y alegría, característica del oratorio querido por Don Bosco. Al caer la noche, se dio lugar al momento mariano, acompañado del rosario y un corto concierto de música mariana. Durante la noche, la reflexión estuvo realizada en torno a la realidad juvenil guatemalteca, un tema que fue bien acogido por todos los animadores y que sirvió para actualizar el conocimiento de la realidad de los jóvenes destinatarios.

Al día siguiente, se inició muy temprano con la Eucaristía, presidida por el P. Javier Rivas, delegado nacional para la animación de los oratorios. Durante la mañana se volvió a crear un ambiente de reflexión, ésta vez, con el tema de la Misericordia. Los animadores se identificaron con actitudes de Jesús, en las que también se hacía referencia al trabajo apostólico realizado en los oratorios en que se trabaja actualmente. Seguido de esto, se profundizó el  mismo tema de una manera más dinámica realizando una búsqueda del tesoro, en la que cada uno, de manera simbólica, puso en práctica las obras de misericordia.

Todos los momentos compartidos fueron una clara vivencia de fraternidad, espiritualidad y pasión apostólica, punto que se volvió el factor común entre los participantes. Este encuentro fue una oportunidad propicia para que los participantes renovaran fuerzas y entusiasmo para seguir entregando su tiempo y energías por los jóvenes a los que el Señor los envía, así como también continuar identificándose con la gran familia oratoriana en la Iglesia y en la sociedad.

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