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P. Francisco Rodríguez sdb. Nuevo sacerdote salesiano. Guatemala, mayo 2012.- No cabe duda que el 24 de mayo del 2012 quedará grabado en los corazones de la promoción 63 del Colegio Don Bosco. 

Eran las 6:30 de la mañana cuando comenzaron a sonar las notas de los mariachis que le daban las mañanitas a María Auxiliadora. Junto al Anda de la Virgen, los jóvenes cantaban y lloraban de alegría por celebrar su última fiesta como alumnos del Colegio que tanto aman.

La fiesta tenía una particularidad especial. Dentro de la celebración se realizaría la ordenación sacerdotal del diácono Francisco Javier Rodríguez Arévalo. Llamado cariñosamente por los muchachos como  Panchito.

Se inició la procesión a las 7:00 en punto. La banda del colegio acompañó el cortejo con melodías a la Virgen. La emoción era tal que los muchachos acompañaban con sus cantos las notas conocidas por todos. La procesión fue significativa, al entrar al templo las mil seiscientas personas reunidas, entre padres de familia, alumnos, profesores, personal del colegio, exalumnos y amigos, se pusieron de pie y aplaudieron el ingreso de la Imagen de María.

El Coro del Colegio cantaba con una emoción particular que contagiaba al más distraído. Los sacerdotes presentes iniciaron la procesión de entrada, precedidos por un verdadero ejercito de monaguillos y por el Diácono que junto a sus papás camino hacia el altar para convertirse en sacerdote de los jóvenes.

Presidió la celebración  Monseñor Oscar Julio Vian Morales, salesiano, arzobispo metropolitano de Guatemala. La eucaristía inició a las 7:45 de la mañana. Los cantos, la liturgia y la participación fue conmovedora.

Los jóvenes del colegio seguían con admiración y respeto cada detalle de la liturgia, coordinada magistralmente por el Padre Víctor Bermúdez, quien fue el maestro de Ceremonia.  El equipo de pastoral del Colegio, dirigido por el Padre William Arguello tenía todo previsto.

El templo se llenó a su máximo. Desde la visita de Don Bosco no se reunía tanta feligresía en una ceremonia dentro del Santuario Expiatorio Nacional al Sagrado Corazón de Jesús. Se sentía el Espíritu de Dios en cada gesto y en cada palabra. A la par del altar la presencia de María Santísima hacía sentir una emoción especial.

El momento de las Letanías conmovió a todos hasta las lagrimas. El silencio durante la Imposición de Manos fue estremecedor. La Oración de Consagración hizo temblar los corazones y el momento en que se vistió como sacerdote a Francisco dejó a todos con un nudo en la garganta.

Al recibir el abrazo del Obispo la concurrencia no aguantó más. Los jóvenes se pusieron de pie para aplaudir a su nuevo sacerdote.

Al finalizar la Eucaristía los fieles pasaron a saludar al nuevo sacerdote, al Padre Francisco Javier. En el patio le esperaban sus jóvenes. Cuando el Padre salió igualmente las vivas, las porras y el canto juvenil.

Ahora con toda la libertad que da el patio salesiano se gritaba, se brincaba y se alababa a Dios.  Los muchachos lo cargaron, lo alzaron por los cielos y lo recibían nuevamente en sus brazos con un cuidado especial.

La primera bendición fue para sus muchachos. Y al final, de nuevo sin parar se escuchaba: “Viva Panchito, Viva Panchito”

 

 

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