Siendo Superiora General de las Hijas de María Auxiliadora, sor Yvonne Reungoat, FMA, se encontró con el papa Francisco en octubre de 2021. (Vatican Media). La religiosa francesa comentó que su nombramiento fue “una sorpresa total”, y manifestó que la cualidad prioritaria que debe tener un obispo es escuchar profundamente al pueblo.

Entre las tres mujeres nombradas por el Papa como miembros del Dicasterio para los Obispos está Sor Yvonne Reungoat, F.M.A., ex Superiora General de las Hijas de María Auxiliadora.

El carisma salesiano de su congregación llevó a esta religiosa, nacida en Plouenan (Finisterre, Francia) en 1945, a dedicarse a las jóvenes en formación, a hacerse cargo de la pobreza y del sufrimiento de los últimos, y a la formación de animadores. Conocida por su capacidad de inculturación en la realidad africana, hoy es presidenta de la Unión de Superioras Mayores de Italia (Usmi), y al disponernos para esta entrevista nos acogió con una cálida disponibilidad.

¿Se esperaba este nombramiento?
No, no me lo esperaba en absoluto. Había visto que el Papa había mencionado esta intención, y lo consideré una buena noticia, pero no había pensado en absoluto que pudiera ser yo. Fue una sorpresa total que me enteré por los mensajes de felicitaciones que recibí.

Estos nombramientos forman parte de la pronta aplicación de la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium. ¿Cómo evalúa el camino que ha conducido a este documento?
Creo que el documento ha madurado en los nueve años de pontificado. El Papa Francisco comenzó a pensar inmediatamente, junto al Consejo de Cardenales, en una reforma de la Curia. Fue un período que ciertamente requirió mucho trabajo, reflexión y discernimiento para llegar a la promulgación de esta Constitución Apostólica.

Para mí es un signo muy claro de la coherencia del Papa Francisco, que recibió el encargo y siguió la petición y las necesidades de la Iglesia, a través de algunas reformas sucesivas. Es un documento que da un rostro importante a la Curia Romana, en mi opinión, porque se reconoce el papel de los laicos y de las mujeres que pueden asumir las principales responsabilidades en algunos Dicasterios.

Es un signo de una mentalidad, de un cambio profundo, según mi punto de vista, de un espíritu que guía al Papa tras las huellas del Concilio Vaticano II y que poco a poco se va realizando. Es un signo de gran esperanza y también de responsabilidad, porque llama a todos a la corresponsabilidad en las distintas vocaciones de la Iglesia.

¿Cuál será exactamente su tarea?
No podría decirlo con claridad, ¡es algo tan nuevo! Colaboraremos en el nombramiento de obispos en el mundo. No puedo decir en qué forma, porque todavía no tengo ninguna indicación concreta. Lo que se puede pensar es que se nos pedirá que estudiemos los resultados de las consultas que los nuncios envían a la Secretaría de Estado, que estudiemos esos expedientes y que demos una opinión para facilitar la elección de los futuros obispos.

¿Qué cualidad considera prioritaria en un obispo?
Ciertamente que sea un pastor, un sacerdote que manifiesta en su forma de vida una capacidad de estar cerca del pueblo, de escuchar, de acompañar y de implicar a todas las vocaciones en su Iglesia local.

En este sentido, el camino de la sinodalidad que está realizando la Iglesia creo que es especialmente importante. Un pastor tiene sentido de su responsabilidad, pero al mismo tiempo también escucha al mundo fuera de la Iglesia. Porque la Iglesia no existe para sí misma, sino que existe para el mundo, para todas las personas de buena voluntad. Así que debe tener un espíritu misionero, un espíritu de gran apertura.

¿En qué medida cree que su experiencia anterior como Superiora General de su congregación y su misión en África, por ejemplo, la ayudarán en esta tarea?
Ciertamente, me ayudará la visión de una Iglesia Universal inserta en un mundo que experimenta profundos cambios en todas partes y que debe enfrentar tantos desafíos para la evangelización y para las relaciones con las demás religiones del mundo.

El hecho de haber sido Superiora General de un instituto como el nuestro me ha dado una experiencia única de conocer los cinco continentes y tener contacto y conocimiento directo de ellos a través de nuestras comunidades o de los encuentros con los obispos donde estamos presentes y con la gente.

Fue una experiencia de amplios horizontes que me hizo cambiar en cierto modo los patrones mentales que podía tener antes. Me dio esa sensación de gran respeto por la diversidad, por la diversidad cultural, por el tiempo también que se necesita para conocer y no para exigir. Hay que escuchar y observar mucho.

¿Y cómo la ayudará el carisma de las Hijas de María Auxiliadora?
El nuestro es el carisma educativo. Por un lado, creo que es un carisma misionero y abierto a todos. Sin duda, es algo que me ayudará a tener una aproximación de apertura a las diferentes Iglesias locales.

Además, creo que los obispos también deben tener claridad acerca de la importancia de la educación en el camino de la fe y en el camino de la Iglesia. Porque la educación es la base de todo, la base de la construcción de la sociedad. Es la base fundamental para acompañar la construcción de la personalidad comenzando por los más pequeños.

En este sentido, ¿cree que los obispos, por su parte, también deberían ser dóciles a una especie de “educación” desde las bases del Pueblo de Dios?
Ciertamente, por eso hablaba de la escucha, de la escucha profunda. De hecho, nos educamos unos a otros. Creo que no se puede ser pastor sin antes disponerse a escuchar y dejarse enseñar, guiar por el pueblo, por las bases.

Si no existe esta actitud básica, se corre el riesgo de construir edificios por el tejado y no sentar las bases de la evangelización, de no llegar al corazón de la gente. Y si no se llega al corazón de la gente no se evangeliza, no se hace camino juntos. Todos estamos llamados a ponernos a la escucha de la realidad y a discernir juntos los caminos que el Espíritu puede mostrarnos.

El Papa Francisco, en la entrevista concedida a Televisa-Univisión, dijo -entre otras cosas- que si renunciara a su ministerio petrino le gustaría ser llamado “obispo” emérito. Y que le gustaría escuchar las confesiones de la gente y visitar a los enfermos. ¿Cómo la interpelan estas declaraciones?
Me llegaron al corazón. Porque el Papa Francisco se ubica justo en esa línea de pastor que se pone al servicio, en la sencillez. Corresponde a lo que él es. Me impresiona la coherencia del Papa Francisco entre lo que dice, lo que enseña y las opciones que toma. Y esta es una de ellas, también es un signo para mí, que terminé mi misión como Superiora General el pasado mes de octubre y ahora vivo siendo hija de María Auxiliadora como todas las demás. Me hace reflexionar.

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