Bujumbura. ANS Bujumbura, Burundi, noviembre 2016.- No es fácil proteger y hacer crecer sin que las heridas profundas o los traumas de las hijas de 12 años, se viva en ciertas realidades. Esta historia viene de Buterere, un suburbio de Bujumbura. Y es una historia real, contada en primera persona por quien se da testimonio.

Buterere, es un barrio de Bujumbura, donde desde hace años se tira la basura. Es un vertedero a cielo abierto, en el que el acuífero está contaminado, donde vagan miles de personas sin hogar, todos los días; en busca de algo que revender.

A finales de julio de 2016, algunas muchachas regresaron a casa y salieron del hogar de acogida en el que por lo general viven. Algunas de ellas se reúnen una tarde para pasar un rato en buena compañía. Un hombre toca la casa, acompañado de una mujer. Viola a las niñas, una después la otra y se va. Las deja entre lágrimas bajo la amenaza de matarlas con un machete.

Comienza la denuncia. El violador fue detenido y trasladado a la comisaría del pueblo. El oficial de la policía judicial realiza el registro de la denuncia y de la investigación. Envía a las niñas al centro médico "Seruka" donde se compruebe la violación. Solo se espera la transferencia del violador a la Prisión Central de Mpimba.

Sin embargo, el archivo desaparece. El oficial de policía judicial se transfiere a otra parte. El violador es liberado. Las niñas permanecen sin justicia.

Se inicia la investigación sobre las personas involucradas en este último episodio de violencia. Las chicas no tienen padre, son las hijas de la calle, algunos también ni siquiera tienen madre. Por lo tanto, están destinadas a sufrir y a sufrir.

¿Cuánto habrá pagado el violador para evitar terminar en la cárcel de Mpimba? Se pregunta. Sin embargo, el Código Penal de Burundi es claro, el artículo 385: prisión de 5 a 20 años para el autor de una violación. La pena se agrava cuando las víctimas son menores de edad, como fue el caso de estas niñas.

Comienza el trabajo de investigación en busca de verdad y en busca de los culpables. El llamado Capo del barrio, manifiesta que nadie ha informado nada. Sin embargo, todas las semanas se lleva a cabo una reunión de seguridad, como todo el mundo sabe, con el comandante de la estación de policía y el jefe en el que tratan de ahuyentar a cualquier cosa que pueda poner en peligro la estabilidad de la zona. Evidentemente una violación de tres niñas menores de edad ejecutados bajo la amenaza de un arma no es un hecho relevante. El comandante de la policía ha manifestado que el hecho se debe recordar vagamente, como si se estuviera hablando de un ladrón de gallinas.

¿Qué tan importante es una niña de los barrios pobres, con un vestido viejo, y con todos los peligros que tiene un camino solitario y con tantos peligros?

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