tmasistenciaNo es posible comprender la importancia de la asistencia salesiana por el significado que el diccionario o el lenguaje actual dan a la palabra. Es un término acuñado dentro de una experiencia y repleto de significados y aplicaciones originales. La asistencia comporta un deseo de estar con los muchachos: “Aquí con ustedes me encuentro bien”. Es presencia física donde los muchachos se entretienen, intercambian experiencias o proyectan; y, al mismo tiempo, es fuerza moral con capacidad de comprensión, reanimación y estímulo; es también orientación y consejo según la necesidad de cada uno.

La asistencia alcanza el nivel de la paternidad educativa, que es más que la amistad. Es una responsabilidad afectuosa y autorizada que ofrece guía y enseñanza vital y exige disciplina y compromiso. La paternidad educativa es amor y autoridad.

DSC 3812En el clima de familia los valores se hacen comprensibles y las exigencias aceptables. Así se traza el límite entre el autoritarismo, que corre el peligro de no influir aun obteniendo resultados formales, y la ausencia de propuestas; entre la injerencia, que no deja espacio a la libertad de expresión, y la inhibición educativa, que no se compromete a transmitir valores; entre la camaradería y la responsabilidad del adulto.

Las manifestaciones de la paternidad de Don Bosco tuvieron lugar en un contexto marcado por el carácter ejemplar de la familia patriarcal. Sus funciones servían como punto de referencia para todos los tipos de autoridad: civiles, empresariales, educativas. Entonces todo era “familiar”: la educación, la empresa, la economía. Era un axioma indiscutible que el educador debía asumir una “fisonomía paternal”.

 

Amar a los jóvenes quiere decir aceptarlos como son, gastar tiempo con ellos, manifestar deseo y placer en compartir sus gustos y sus temas, demostrar confianza en sus capacidades, y también tolerar lo que es pasajero y ocasional, perdonar silenciosamente lo que es involuntario, fruto de espontaneidad o inmadurez. Era éste el pensamiento de Don Bosco: “Todos los jóvenes tienen sus días peligrosos, y ¡los tienen también ustedes! ¡Ay de nosotros si no nos esmeramos en ayudarlos para pasarlos aprisa y sin reproches!”

Hay una palabra, no muy usada hoy, que los salesianos conservan celosamente porque sintetiza cuanto Don Bosco adquirió y consiguió sobre la relación educativa: cariño (amorevolezza). Su fuente es la caridad, como la presenta el Evangelio, por la cual el educador descubre el proyecto de Dios en la vida de cada joven y le ayuda a tomar conciencia de él y a realizarlo con el mismo amor liberador y magnánimo con que Dios lo ha concebido. Cariño es amor sentido y expresado.

tmprevencionLa prevención cuesta menos y es más eficaz que la sola contención de la desviación y que la recuperación tardía. En efecto, permite a la mayor parte de los jóvenes verse libres del peso de las experiencias negativas, que ponen en peligro la salud física, la maduración psicológica, el desarrollo de las potencialidades, la felicidad eterna. Les consiente también liberar las mejores energías, aprovechar lo mejor posible los itinerarios más sustanciosos de la educación, recuperar a otros en los primeros pasos de un eventual hundimiento. Ésta fue la conclusión de Don Bosco, después de la experiencia con los muchachos de la cárcel y del contacto con la mano de obra juvenil de Turín.

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En nuestra ruta hacia el bicentenario del nacimiento de Don Bosco (2015) hemos comenzado la estimulante tarea de redescubrir su personalidad. Desde tiempo hemos estado familiarizados con su biografía. Ahora nos llaman a descubrir su pasión educativa pastoral. No por curiosidad, sino porque somos los continuadores de su misión.

El primer rasgo que define a Don Bosco es su opción radical por los jóvenes, particularmente los que estaban en seria desventaja. Para eso existimos los salesianos.

La opción salesiana por los jóvenes tiene un color distintivo: el Sistema Preventivo. Más que un color, un arcoiris.

Los salesianos atesoramos un léxico valioso que se ha transformado casi en un mantra: amorevolezza, patio, asistencia, clima de familia.

Don Bosco:  verlo con ojos nuevos Ese camino está delineado en tres etapas diseñadas para descubrir a Don Bosco: sus inspiraciones, sus motivaciones, sus opciones. La invitación se dirige a repensar su figura de educador, pastor, fundador, guía y legislador.

Para ello es preciso superar una visión ingenua nacida de una literatura edificante centrada en anécdotas que inflamaban una devoción al santo con acento milagrero o entusiasmos epidérmicos.

Esta nueva visión de Don Bosco nacerá en la medida en que nos apropiemos de las contribuciones ofrecidas por los estudios sobre Don Bosco basados en un enfoque histórico con rigor científico. Por suerte, contamos ya con buenos aportes publicados en este sentido.

Ser fieles a Don Bosco significa conocerlo en su historia y en la historia de su tiempo, hacer nuestras sus inspiraciones, asumir sus motivaciones y opciones. Estamos invitados a estudiar a Don Bosco y, a través de la aventura de su vida, a conocerlo como educador y pastor, fundador, guía y legislador. Se trata de un conocimiento que conduce al amor, a la imitación y a la invocación.

 

El acercamiento a Don Bosco, hecho con los métodos propios de la investigación histórica, nos lleva a comprender mejor y a medir su grandeza humana y cristiana, su genialidad práctica, sus dotes educativas, su espiritualidad, su obra, comprensibles sólo si están profundamente enraizadas en la historia de la Sociedad en la que vivió. 

Un conocimiento de Don Bosco que viva de la continua tensión entre nuestro preguntarnos sobre el presente y la búsqueda de respuestas que vienen del pasado. No basta con que la grandeza de Don Bosco esté presente en la conciencia de cada uno de nosotros. Condición indispensable es conocerlo bien, más allá del simpatiquísimo anecdotario que rodea a nuestro querido padre y de la misma literatura edificante, sobre la que generaciones enteras se han formado. 

 

No se trata de ir a buscar recetas fáciles para afrontar como Familia la “crisis” actual de la Iglesia y de la Sociedad, sino de conocerlo profundamente, de modo que pueda ser “actualizado” en el amanecer de este tercer milenio, en el clima cultural en que vivimos, en los diferentes países en los que trabajamos. 

 

Se necesita un conocimiento de Don Bosco que viva de la continua tensión entre nuestro preguntarnos sobre el presente y la búsqueda de respuestas que vienen del pasado; sólo así podremos inculturar todavía hoy el carisma salesiano.

El contacto con Don Bosco, hecho con métodos propios de la investigación histórica nos ha llevado a medir mejor su grandeza, su genialidad práctica, sus dotes de educador, su espiritualidad, su obra. La simple repetición de frases de Don Bosco podría hacernos traicionar la identidad salesiana. Se trata en efecto de textos y testimonios propios de una “cultura” ya trasnochada, de una tradición y de una teología que no es desde luego la nuestra y por tanto no es perceptible inmediatamente para nosotros.

La nueva biografía crítica ha obtenido por lo menos dos efectos positivos: ante todo mostrarnos el rostro genuino de Don Bosco y la verdadera grandeza de nuestro Padre; en segundo lugar tener en cuenta a Don Bosco en la historia civil.

 

Hasta hace algún decenio, en efecto, la historiografía laica sentía una especie de alergia a Don Bosco y no le dedicaba espacio, tal vez por ciertos tonos acaramelados, por un sensacionalismo milagrero, por los sagrados conjuros, que llenaban biografías edificantes e indulgentes con lo maravilloso. 

Don Bosco prefiere ocuparse de la clase media y de la clase pobre porque necesitan más la ayuda y la asistencia. Para Don Bosco la apertura de nuevas obras está determinada por las exigencias de la situación. La pobreza cultural de los jóvenes provoca en Valdocco la apertura de una escuela elemental dominical, después nocturna y después diurna, sobre todo para los que no pueden acudir a la pública; después otras clases, talleres diversos y así sucesivamente hacia la compleja “casa aneja” al Oratorio de S. Francisco de Sales. 

Esta primera obra, de simple lugar de encuentro los días festivos para la catequesis y para los juegos, se convierte en lugar de formación global; para un cierto número de jóvenes sin medios de subsistencia se convierte en una casa, en un lugar de residencia. Al patio y a la iglesia, donde se desplegaba un programa con la posibilidad de los sacramentos, de instrucción religiosa elemental, de entretenimiento, de intereses, de festividades religiosas y civiles, de regalos, se han añadido otras estructuras para ofrecer el aprendizaje de un oficio, evitando acudir a fábricas de la ciudad demasiado frecuentemente inmorales y peligrosas para los jóvenes ya gravados por un pasado difícil. Y a continuación se fundaron otras casas salesianas, otros colegios-internados, otros pequeños seminarios confiados a la ya nacida Sociedad salesiana. 

suenhoA los nueve años tuve un sueño. Quedaría grabado profundamente en mi mente para toda la vida. Me parecía estar cerca de mi casa, en un patio muy grande, donde se divertía un gran número de muchachos. Algunos reían, otros jugaban, no pocos blasfemaban. Al oír las blasfemias, me lancé en medio de ellos. Traté de hacerles callar usando puñetazos y palabras. 

En aquel momento apareció un hombre majestuoso, vestido noblemente. Un manto blanco cubría toda su persona. Su rostro era tan luminoso que yo no era capaz de fijar en él mis ojos.

Me llamó por mi nombre y me ordenó que me pusiese al frente de aquellos muchachos.

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1. Profeso: quien ha emitido la profesión religiosa, es decir ha pronunciado sus votos de obediencia, pobreza y castidad, de forma temporal o perpetua, convirtiéndose así en miembro formal de la sociedad de san francisco de sales (salesianos).

2. Novicio: quien, deseando pertenecer a la congregación salesiana, vive un año de introducción a la misma bajo la guía de un maestro.