abuela papa francisco Tuve la gracia de crecer en una familia en la que la fe se vivía de modo sencillo y concreto. Pero fue sobre todo mi abuela, la mamá de mi padre, quien marcó mi camino de fe. Era una mujer que nos hablaba de Jesús, nos enseñaba el Catecismo.



Recuerdo siempre que el Viernes Santo nos llevaba, por la tarde, a la procesión de las antorchas y, al final de esta procesión, llegaba el «Cristo yacente», y la abuela nos hacía —a nosotros, niños— arrodillarnos y nos decía: «Miren, está muerto, pero mañana resucita».

Recibí el primer anuncio cristiano precisamente de esta mujer, ¡de mi abuela! ¡Esto es bellísimo! El primer anuncio en casa, ¡con la familia! Y esto me hace pensar en el amor de tantas mamás y de tantas abuelas en la transmisión de la fe. Son quienes transmiten la fe. Esto sucedía también en los primeros tiempos, porque san Pablo decía a Timoteo: «Evoco el recuerdo de la fe de tu abuela y de tu madre» (cf. 2 Tm 1,5).

Dios nos pone al lado personas que ayudan nuestro camino de fe. Nosotros no encontramos la fe en lo abstracto. Es siempre una persona que predica, que nos dice quién es Jesús, que nos transmite la fe, nos da el primer anuncio. Y así fue la primera experiencia de fe que tuve.

Refiriéndome al ambiente familiar, quisiera subrayar una cosa: la fiesta de los abuelos. Qué importantes son en la vida de la familia para comunicar ese patrimonio de humanidad y de fe que es esencial para toda sociedad. Qué importante es el encuentro y el diálogo intergeneracional, sobre todo dentro de la familia.

Niños y ancianos construyen el futuro de los pueblos. Los niños porque llevarán adelante la historia, los ancianos porque transmiten la experiencia y la sabiduría de su vida. Esta relación, este diálogo entre las generaciones es un tesoro que tenemos que preservar y alimentar.

Esperanza y futuro presuponen memoria. La memoria de nuestros ancianos es el apoyo para ir adelante en el camino. El futuro de la sociedad está radicado en los mayores y en los jóvenes: éstos, porque tienen la fuerza y la edad para llevar adelante la historia; los otros, porque son la memoria viva.

Un pueblo que no cuida a los ancianos, a los niños y a los jóvenes no tiene futuro, porque maltrata la memoria y la promesa.

Papa Francisco

Este artículo está en:

Boletín Salesiano Don Bosco en Centroamérica
Edición 254 Noviembre Diciembre 2021

Recibir notificaciones de nuevos lanzamientos:

Suscribirse


Leer más artículos:

 

Compartir