davi moreira De las tragedias humanas, es la más inesperada.
El hecho de que alguien cercano a nosotros se quite la vida nos deja sin aliento.

La primera pregunta desconcertante es: ¿Cómo es posible? Después viene el desaliento: ¿Por qué tomó esa decisión? Y el remordimiento: ¿Qué hicimos mal para que tomara esa decisión horrible? ¿Por qué no supimos leer los gritos silenciosos que precedieron a la decisión trágica?

La muerte es siempre dolorosa para quienes mueren. Y también para nosotros los que tocamos de cerca el dolor de quien muere. Pero el suicidio nos descompone. Una nube de preguntas sin respuesta nos abate.

¿Qué pasa en la mente y en el corazón de un suicida para ser capaz de saltarse el instinto de vivir propio de todo ser viviente? Muchos nombres se han acumulado para explicar el porqué de esa decisión tan antinatural: desastres económicos, violencia social, soledad, distorsión de la realidad, abusos insoportables... En el fondo, se advierte la pérdida total del sentido de la vida. No hay salida posible y la muerte es la solución.

Padres de familia, educadores, amigos debemos afinar nuestra sensibilidad para captar e interpretar las alertas sutiles, las llamadas silenciosas que el presunto suicida va dejando antes del paso fatal. El suicidio no es una decisión atolondrada, sino que está precedido de síntomas no fáciles de percibir. Podemos salvar vidas si tenemos la mente y el corazón sensibles a la persona que ha perdido la gana de vivir.

De ahí la importancia de un ambiente familiar cálido y acogedor. Que la comunidad educativa respire alegría, entusiasmo, apoyo. Don Bosco en eso fue un pedagogo innovador con su célebre sistema preventivo.

Nosotros, que nos alimentamos de Dios, podemos ofrecer una experiencia religiosa alegre, abierta a la vida, agradecida con un Padre que vela cariñoso sobre nosotros. La educación es un asunto del corazón. Ayudar a que las personas que se relacionan con nosotros tomen conciencia de sentirse amados por Dios, pase lo que pase, es el mejor soporte para los días tormentosos que inevitablemente se presentan.

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Boletín Salesiano Don Bosco en Centroamérica
Edición 252 Julio Agosto 2021


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