facebookBS2 Hoy constatamos que los jóvenes han creado su propio ambiente, el llamado ambiente digital, un hábitat virtual del cual se sienten dueños. El hecho al comienzo fue observado con desconfianza. Pero es justo aceptar que – abandonadas las edades de piedra y cincel, de papel y tinta, de paredes y aulas y escucha pasiva – los jóvenes reclamen lenguajes nuevos, nuevos métodos y nuevos modos de educación y evangelización.

Ellos desean ser autores y actores de su espacio, de su lenguaje y de sus contenidos, inventan y vuelven a crear su propia persona, exigen libertad de navegación y diálogo en el cyberespacio. Pues bien, si allí se sitúan ellos, allí debemos situarnos también nosotros: educando, anunciando, dando testimonio. Fuera de estos espacios y lenguajes ya no somos ni vistos ni escuchados ni comprendidos por los jóvenes, no podríamos educar ni incidir evangélicamente en la cultura.


Esta nueva realidad ni debe asustarnos ni podemos rechazarla: correríamos el peligro de abandonar a los jóvenes que la habitan; y son, a estas alturas, la enorme mayoría. Allí han nacido, allí viven, allí trabajan, allí se divierten, allí entablan relaciones, allí gozan y allí sufren. Podría hasta decir que muchos allí mueren: basta entrar en las redes sociales, en Second Life, en MySpace, en Facebook, en algún blog, o en Youtube o…

Si el Sistema preventivo reclama la presencia del salesiano “en el patio”, entre los muchachos, entonces debemos reflexionar, actualizar y poner en práctica la presencia del salesiano educador-evangelizador en los nuevos patios de la comunicación donde convergen tantos medios, donde las paredes no son de ladrillo o de cemento, los cables conductores no son únicamente metal o fibras, sino también energía y ondas captadas y lanzadas por satélites a través del espacio.

Compartir