obispo Monseñor José Manuel Garita, obispo de Ciudad Quesada, Costa Rica, responsable de 19 parroquias debutó en Instagram en un intento de probar otras vías para acercarse a los más jóvenes. Para él, un obispo tiene que ser también un buen comunicador.

“Si Jesús hubiera predicado en esta época, probablemente también se habría valido del potencial expansivo de las redes sociales para llevar su mensaje”.

Garita tiene una cuenta en Facebook desde hace cuatro años. Espera inaugurar dentro de poco su cuenta en Twitter.

“Yo lo veo como una necesidad tremenda. A la predicación en el púlpito solo un porcentaje va; las nuevas tecnologías son un instrumento preciosísimo y valiosísimo si se saben utilizar. Es impresionante el alcance que esto puede tener. Por ahí ha venido la motivación”, mencionó después de haber posteado su primer mensaje en Instagram, dirigido a los niños.


Sus modelos a seguir han sido los últimos tres papas: San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco.

“(...) Hay una consciencia de la necesidad de utilizar estas nuevas tecnologías que hoy son un imperativo. En la línea del mensaje del Papa, es justamente esta: utilicemos estos medios para bien, para ser mejores personas, para ayudarnos los unos a los otros, para crecer humana y cristianamente”, dijo.

“Dos factores me han animado a utilizar estos nuevos medios de comunicación. El principal, es atender la constante llamada y palabra de los papas. San Juan Pablo II decía que teníamos que utilizar los areópagos nuevos, que son los medios de comunicación. Y ahora, el papa Benedicto y el papa Francisco nos llaman a utilizar las redes sociales y las nuevas tecnologías como instrumentos privilegiados y eficaces de evangelización”.

“En segundo lugar, por una convicción personal. La misión del obispo es evangelizar, es una misión altamente docente. Tiene que estar indicando, enseñando, dando luces, abriendo caminos, dando iluminación a los fieles, sobre todo en la realidad en que vivimos. Porque el evangelio se encarna en la realidad de los pueblos y de las personas. Sin duda alguna, es un imperativo para mí como obispo, como maestro de la fe y evangelizador evangelizar a través de estos medios.

“Esta diócesis tiene 9.200 kilómetros cuadrados, es muy extensa: 19 parroquias. Pareciera pocas pero son comunidades muy grandes. En la dinámica de ese acercamiento, esa evangelización y esa comunicación, el obispo tiene que ser un gran comunicador, porque nos acercamos a todos los pueblos”.

“El obispo no puede estar instalado en su sede. Hay que ir al encuentro. La Iglesia tiene que estar en salida. Y eso implica contacto personal, encuentro, evangelización, compartir la palabra, iluminar la realidad, dar una perspectiva desde el evangelio de la realidad que vamos viviendo.

Yo vengo de trabajar con jóvenes en el Seminario. Por más de 20 años fui profesor de jóvenes ahí. No solo porque me he tenido que meter a fuerza en las nuevas tecnologías, sino que en las visitas pastorales tengo momentos privilegiados que son los encuentros con las pastorales juveniles, que aquí son prioridad. Tenemos que acompañar a los jóvenes, que son el futuro de la sociedad y de la Iglesia. Tenemos que escucharlos, tenemos que entenderlos y ahora cuesta más, es todo un reto porque son el futuro. Los jóvenes son la esperanza, son la fuerza, necesitan un acompañamiento y una motivación para que puedan encontrar el sentido de la vida. Y en el caso de la Iglesia, encuentren un acompañamiento pastoral y materno para que puedan descubrir cuál es su vocación de vida: para qué están, qué quieren realizar, en qué se quieren proyectar. Es prioridad para tomar ahí desde la raíz el futuro y la esperanza del país.




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