Don Bosco escuchaba a los muchachos “Pese a sus múltiples y graves ocupaciones, Don Bosco estaba siempre dispuesto a recibir en su habitación con corazón de padre a los muchachos que le pedían audiencia particular.

Más aún, quería que lo trataran con familiaridad y no se quejaba nunca de la indiscreción con que a veces le importunaban.

Dejaba a todos plena libertad para preguntar, exponer dificultades, defensas y disculpas.

Los recibía con el mismo respeto con que trataba a los grandes señores.
Los invitaba a sentarse en el sofá mientras él se sentaba ante el escritorio y los escuchaba con la mayor atención, como si lo que le exponían fuera de gran importancia”.

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