dreamstime m 722681531024px Queridos hermanos y hermanas, permítanme que se los diga con claridad y radicalidad. Como nuestras obras y nuestro servicio y el trabajo pastoral en las parroquias y en las obras salesianas, como el punto de vista sea nuestra sabiduría humana, es decir nuestros planes, lo que nosotros creemos que nos interesa más, que es más rentable, que es más fructífero, tengan por seguro que, antes o después, acaba perdiendo la vida, acaba no significando nada.

La vida y la historia nos han enseñado esto miles de veces. Pero nuestra condición humana permanentemente se rebela, porque estamos para sentirnos bien, sentirnos vivos, sentirnos útiles, sentirnos exitosos. Pero, atentos a la tentación de que la mirada con la que afrontamos nuestra vida no puede ser la mirada de nuestros planes horizontales porque tarde o temprano acaban.

En cambio, cuando ponemos toda nuestra energía para que realmente se pueda hacer la voluntad de Dios, es mucho mejor. Algunas veces las cosas saldrán bien y otras no.

Tanto Juan el Bautista como Jesús tenían una opción preferencial por los pobres. Jesús anunciaba el Reino de los cielos que se instaura donde los últimos son los primeros.

Podemos hacer cientos de proyectos y de lecturas y de publicaciones para ver cómo puede ser nuestro proyecto y programa hoy. Y seguramente no estará retratado con el lenguaje que tenía Don Bosco y Madre Mazzarello y todos nuestros cofundadores de grupos. Pero hay una cosa que no va cambiar: que tiene el mismo lenguaje y la misma actualidad que hace 150 años.

Nuestra misión como Familia Salesiana es prioritariamente los niños, adolescentes y jóvenes. Y, entre ellos, los más necesitados, los últimos, los excluidos. Eso no ha cambiado, y no necesitamos encontrar palabras para definir lo que es clarísimo y permanece en el tiempo. Tendríamos que grabarlo en letras grandes en cada una de nuestra presencias, pero también grabarlo en el corazón.

Mientras nuestra Familia Salesiana siga mirando, escuchando y optando por los más desfavorecidos y los más pobres, tenemos Familia Salesiana para el futuro. Porque el Espíritu Santo va a garantizar si somos fieles a nuestra identidad. No hemos de temer nada.

Si perdemos el norte porque nuestros planes no son como los ha soñado Dios y nuestra sabiduría no es la de Dios, podemos empezar a preocuparnos.

Si vivimos poniendo nuestra mirada en los más pobres, si los consagrados y consagradas demostramos que la fraternidad de la que hablamos no es una palabra, sino una hermosa realidad que cada día intentamos construir, no nos preocupemos, que las vocaciones llegan. No sé si llegarán como queremos y de la manera en la que queremos. Pero que Dios va a garantizar esto, sin duda.

El 21 de junio de 2015 el Papa Francisco nos hizo el regalo de visitarnos en Valdocco. Quiso ir a rendir su admiración y acción de gracias al Espíritu por el carisma de Don Bosco en la iglesia. Y se dirigió a nosotros diciendo de manera espontánea: Ustedes me han educado con el afecto.
Significa que sigue siendo real que desde el corazón podemos llegar a lo más profundo de los muchachos y muchachas. Ahí tenemos la expresión más bella a la que no podemos renunciar.

El Papa nos dijo: Nunca se alejen de los pobres. Tenemos que seguir diciéndonos cada día: ¿Estamos llegando a aquellos que más nos necesitan? Ningún joven nos estorba. Cuando escuchamos el grito de un pobre, ¿somos sensibles? Hemos de ser muy valientes al llamado del Espíritu como Familia Salesiana.

El Papa nos invitaba también a ser capaces de dar respuestas de emergencia ante las situaciones de emergencia, que aquí puede traducirse como problemas de corrupción, de droga, de familias desestructuradas. El desafío lo tenemos.

Así como Don Bosco, ante situaciones críticas, encontró respuestas emergentes, nosotros hagámoslo también.

En síntesis, no somos Familia Salesiana para estar contentos con nosotros mismos y estar a gusto y decir: Qué buenos somos y qué estupendo cuando nos reunimos. Somos Familia Salesiana para ser respuesta a nuestro mundo de hoy. Se nos pide que hagamos lío. Ser capaces de llegar ahí donde hay que llegar. Si tenemos que ser provocadores, ser provocadores.

La sociedad espera de nosotros que seamos sal de la tierra y luz del mundo.

 

 

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