29272777816 edd64f3e93 o1024px Desde que conozco más el mundo salesiano me siento más feliz cada día de ser salesiano porque veo cada vez más que es cierto eso que Don Bosco soñaba: que el Señor trabaja en el corazón de cada joven y que ustedes van haciendo un camino precioso con su vida como una obra de arte donde cada uno va encontrando su vida y su sitio.

Los jóvenes del mundo, a pesar de las dificultades, tienen valores maravillosos y se merecen que les demos todo lo mejor. Era el sueño de Don Bosco y de todos nosotros.

La primera respuesta que los jóvenes tienen que sentir es que los queremos. Don Bosco y Madre Mazzarello y tantos de nuestros fundadores en diversos sitios llevaban el corazón lleno de auténtico cariño por los muchachos y muchachas. Cuando un muchacho, aunque tenga las más grandes dificultades, siente que se le quiere con el corazón, el muchacho se abre.

Tenemos que estar al lado de los jóvenes. Si hay que decirles: no hagas tal estupidez, pues se lo dicen. Pero, cuando se ama de verdad, se puede hacer como hace un padre y una madre.

A un joven que acude en busca de ayuda cuando su vida es un desastre, le preguntaría si tiene buenos amigos y amigas, le preguntaria que me dijera algo bonito que hay en su vida. Después de eso, seguiríamos encontrándonos y hablando mucho tiempo. Pero sobre todo lo animaría a que diera algunos pasos para sentirse un poco mas útil. Por ejemplo, saber qué estudia y para qué, por qué no se mete en la animación de un oratorio y hace algo por los niños que allí están, cual es su sueño. Todo menos decir: Ánimo, todo te irá bien, adiós, nos vemos.

Le diría: Por qué no hacemos un camino juntos y poder estar con otros amigos y amigas. Y lo animaría a hacer algo por los demás. Le ayudaría a descubrir que Dios está en su vida y que es algo lindo que tiene, que todos somos únicos.

 

 

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