28732209154 6ac09123f1 o1024px Todos los jóvenes caben en el corazón de Don Bosco, ninguno estorba. Pero los jóvenes que menos oportunidades han tenido al inicio de su vida son los predilectos.

No es fácil decir: Vivo humildemente con mamá y trabajamos en el fin de semana.

Yo les digo: Tienen que sentirse orgullosos, no es ninguna vergüenza. Al contrario, desde una situación de dificultad, es admirable cómo, junto con mamá, van saliendo adelante de una manera digna con el trabajo. No es meterse en una mara, no es violentar, no es robar, no es destruirse con la droga. Ese tiene que ser su orgullo.

Queridos jóvenes, en la casa de Don Bosco me basta que sean jóvenes para que los ame, para sentirme a gusto con ustedes. No se pide carnet de identidad, no se pide carta de méritos, no se piden confesiones religiosas. Eres joven, necesitas la casa de Don Bosco, esta es tu casa.

Ánimo, adelante con su proyecto de vida y traigan a otros, hagan que la oportunidad que ustedes han tenido la tengan también otros.

Algo especial de los Centros de Formación Profesional es que ustedes, jóvenes, trabajan con sus manos y son creadores. Eso es lo más maravillosos que puede hacer un ser humano: crear. Y crear algo bueno. Los animo a que terminen bien, que se preparen para la vida, que nunca renuncien a los valores que en esta casa les ofrece.

Este país seguirá mejorando si hay cientos de miles de jóvenes que marcan otro estilo de ser ciudadanos, otro estilo de tener una pareja, otro estilo de tener un matrimonio, otro estilo de ganarse la vida honradamente sin tener que irse a prisión, sino que sacan adelante a su familia con su trabajo. En el fondo, es lo que soñaba Don Bosco para ustedes.

A todos los educadores e instructores: Ustedes hacen posible hoy el sueño de Don Bosco. Yo suelo decir: A Don Bosco lo vemos en las fotos, pero él ya no vive. Él no podría hacer nada si no fuese porque otros han dicho: Yo quiero hacer de mi vida lo mismo que hizo él, como madre de familia, como esposo, como religioso, como voluntario.

Gracias, porque ustedes hoy son los brazos de Don Bosco, son su palabra para estos jóvenes, son la mirada de esperanza, son la sonrisa.

Ustedes, muchachos, recuerden que no están aquí por casualidad. No existen las casualidades en nuestra vida. Existen muchas situaciones de la vida que los trajeron aquí.

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