Hno Juan Carlos Echavarria Z

Mi historia vocacional no tendría mucho sentido sin el reconocimiento de dos elementos fundamentales. Primero, la aceptación de Dios como Padre amoroso inculcado desde mi familia; y segundo, la experiencia comunitaria de cercanía y fraterna alegría vivida durante cuatro años en el colegio salesiano, donde estudié los últimos cursos de mi educación secundaria.

En la ciudad de Cartagena, Colombia inició todo. Allí tuve una experiencia educativa diferente, ahora le llamo estilo salesiano. Fue un ambiente agradable que favoreció no solo espacios de alegría, estudio y familiaridad, sino que fundamentalmente robusteció mi fe. Mi relación con Dios no volvió a ser la misma, progresó significativamente. El ambiente hablaba de espiritualidad y oración, de estudio y disciplina. Conocí muchas personas, amables por cierto, entre ellos los Salesianos, de quienes me llamó la atención su estilo de vida y trabajo. Con el acompañamiento de ellos me incorporé al Movimiento Juvenil Salesiano, donde descubrí una forma especial de ser y vivir. Esto trajo consigo muchas dudas, pero me gustaba ser parte de ese movimiento. Allí me identifiqué con muchas actitudes salesianas, especialmente eso de servir por Cristo y trabajar como joven por los jóvenes.

Comprendí que el estilo salesiano era la respuesta a mis más profundos anhelos y deseos, aun cuando ya había optado por estudiar medicina. Pensé que, siendo salesiano, podía ser feliz mientras cumplía con el propósito para el cual Dios, en su amor, me trajo a la existencia. Luego de muchos encuentros juveniles, me decidí por iniciar un proceso vocacional. Mi llamado a la vida consagrada no emergió hasta meses después. En el camino clarifiqué todo, hasta decir Sí.

Entré al Aspirantado Salesiano, ubicado en Rionegro – Antioquia, el 2 de febrero de 2008. También allí viví la etapa del prenoviciado o inicio de la formación salesiana. Seguidamente realicé el noviciado donde, después de un año, pude profesar públicamente mis votos a Dios. Fue el 15 de enero de 2011, memoria del Beato Luis Variara. Después de vivir dos años de Posnoviciado o estudios filosóficos, por obediencia de mis superiores, hice de asistente en el Noviciado de La Ceja, Antioquia (2013) y de animador pastoral en Armenia, Quindío (2014), tierra reconocida por cultivar y cosechar el mejor café del mundo.

Ahora como salesiano coadjutor, reconozco que Dios me sigue invitando a prolongar en el tiempo y con fidelidad la respuesta a su llamado. Aquí estoy!, exclamé el día de mi primera profesión. Hoy en Guatemala, sigo, personal y comunitariamente, la formación específica como hermano salesiano, llamado a ser testimonio de entrega en medio de los jóvenes más pobres y vulnerados, necesitados de gestos concretos que les hagan creer que el Reino de Dios también se instaura en las desesperanza actuales. El tiempo en el CRESCO contribuye a seguir evaluando el camino vocacional y formativo ya vivido; a reafirmar mi identidad como hermano laico y a consolidar las motivaciones personales en miras a la profesión perpetua.

Hno. Juan Carlos Echavarría
Zúñiga, Salesiano
Inspectoría San Luís Beltrán
de Medellín, Colombia

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