Ecología para nuestros programas educativos La encíclica Laudato Si, del papa Francisco, ha causado un impacto profundo en creyentes y no creyentes. Las reverberaciones de tal impacto continuarán incidiendo como onda expansiva, creando una nueva conciencia social sobre nuestra responsabilidad del cuidado de la casa común.

La novedad mayor de dicha encíclica estriba en pasar de una visión estrecha de la ecología como cuidado utópico de la naturaleza, a una visión ética de alto vuelo: formamos un todo entrelazado, la naturaleza, los seres humanos y Dios. El deterioro de cualquiera de estas dimensiones afecta inexorablemente a los otros dos.

Por tanto, la ecología no solo se extiende a plantas, animales, medio ambiente. Ni es una dimensión menor de la preocupación de la humanidad.

Cuidado de la naturaleza, respeto por la vida humana y espiritualidad agradecida forman un único cuadro de referencia.

La desquiciada visión imperante en los dos últimos siglos del hombre como dueño y señor de lo creado, que podía usar y abusar de sus recursos, ha llevado al desastroso consumismo imperante que está dañando severamente a la raza humana.

Las víctimas de una actitud depredadora de la naturaleza son los pobres, la inmensa mayoría de la raza humana.

La armonía a reconquistar exige una nueva ascesis basada en el cultivo de virtudes ecológicas: estilo de vida sencillo, humildad, paz, ternura por los seres vivos, alabanza.

Los salesianos como educadores de las nuevas generaciones debemos abrirnos a esta visión y tarea. Es parte de la formación de jóvenes capaces de reorientar el modo de vivir, actualmente tan desquiciado. El consumismo materialista afecta, sobre todo, a la franja juvenil de la humanidad.

Que nos inspiremos en los grandes modelos de sensibilidad sana hacia la creación: Jesús, san Francisco de Asís, el papa Francisco.

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