Cs5,35D.Boscoincucina-giovaniq.N.Musio El bicentenario del nacimiento de san Juan Bosco fue preparado con un trienio temático.
El 2012 se centró en su historia, el 2013 en su pedagogía y el 2014 en su espiritualidad. Retomemos aquí la temática del 2013: La pedagogía de Don Bosco.

 

Acercarnos a Don Bosco educador no es una simple curiosidad como la de quien se acerca a observar una pieza de museo. La experiencia educativa de Don Bosco es punto de referencia fundamental para todos: educadores, padres de familia, entrenadores, catequistas, instructores de talleres, profesores, maestras, animadores y coordinadores de grupos juveniles, sacerdotes y laicos consagrados a la educación.

Don Bosco nos heredó un estilo de educar que conocemos como Sistema Preventivo. Con ocasión del bicentenario del nacimiento de Don Bosco, estamos llamados a revivir esa experiencia educativa con fidelidad creativa. De hecho el P. Pascual Chávez, Rector Mayor en ese momento, nos pidió para el 2013: como Don Bosco educador, ofrezcamos a los jóvenes el evangelio de la alegría a través de la pedagogía de la bondad.

 

Sin duda educar es un arte y una de las actividades más nobles que existe ya que busca hacer crecer la persona en todas sus dimensiones, procurando su desarrollo integral en vistas de su fin último, que es su salvación, pero también, simultáneamente, en vistas del bien común de la sociedad. Niños y jóvenes deben ser educados de manera que puedan desarrollar armónicamente sus dotes físicas, morales, espirituales e intelectuales, que adquieran un sentido más perfecto de la responsabilidad, que hagan un uso recto de la libertad, y se preparen a participar activamente en la vida social.

 

Educar implica también corregir. En ese sentido conviene retomar lo que escribió el santo de la juventud acerca de los castigos en su pequeña obra sobre El sistema preventivo en la educación de la juventud.

 

Para hacer realidad esta misión educativa son necesarios los educadores auténticos que les apasione trabajar con los jóvenes y para ellos. Que sean maestros cualificados y competentes, expertos en su disciplina científica y que vivan coherentemente los valores del Evangelio. Los jóvenes no merecen educadores mediocres. Los jóvenes requieren educadores santos, educadores con el corazón de Jesús Buen Pastor.

 

El P. Ángel Fernández, actual Rector Mayor, nos recuerda que la predilección por los jóvenes llevaba a Don Bosco a entregarse del todo en la búsqueda de su bien, de su crecimiento, desarrollo y bienestar humano y de su salvación eterna… Toda su persona, inteligencia, corazón, voluntad, fuerza física, todo su ser estaba orientado a hacerles el bien, a promover su crecimiento integral, a desear su salvación eterna… estaba totalmente consagrado al bien de sus jóvenes y gastaba en favor de ellos todas sus energías ¡hasta el último aliento!

 

Los jóvenes buscan y desean encontrarse con educadores cristianos competentes y coherentes, capaces de estar entre ellos, conociendo y amando su mundo, animándolos a ser protagonistas de sus vidas, despertando en ellos su sentido de Dios, motivándolos a vivir con metas altas. 

Esta presencia educativa y cotidiana entre los jóvenes, es lo que en nuestra tradición salesiana llamamos “asistencia”. Ante todo es presencia física entre los jóvenes y comunión real en su vida y en sus intereses. Es presencia fraterna y amistosa, no autoritaria ni institucional. Es una presencia activa, portadora de propuestas, creativa y rica en iniciativas juveniles. Es presencia alentadora que tiende a despertar y favorecer la creatividad de los jóvenes y les da la responsabilidad de su propio crecimiento. Es presencia testimonial, empapada de valores que suscita interrogantes, interpela y provoca la admiración e imitación.

 

“Los que guiaron a muchos por el buen camino resplandecerán como las estrellas por toda la eternidad”. Dan 12,3b.

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