PResentacion- En la imaginación popular se tiende a considerar a religiosos y religiosas como bichos raros. La generación joven se desconcierta ante ciertas vestiduras extrañas y estilos de vida incomprensibles. ¿Por qué se encierran en un convento? ¿Qué sentido tiene vivir a contrapelo de las aspiraciones humanas más comunes: fundar una familia, alcanzar solvencia económica, organizar la propia vida con autonomía?

Cuando un joven o una joven manifiesta a sus padres su intención de ingresar en la vida religiosa, de ordinario la reacción es de desconcierto. Es como si su futuro de pronto se empañara. O los padres se oponen tajantemente, o tragan a duras penas esa aspiración extraña.

El caso es que sí es una opción extraña. Sale de lo común. Es una vía poco explorada y ante la sociedad tiene escaso brillo. Los amigos no entienden esa aventura un poco desquiciada. O tienden a disuadir al interesado, o lo miran con pena. En el mejor de los casos, lo admiran, pero desde cierta distancia.

¿Para qué sirven los religiosos? En realidad, cada vez hacen menos falta. Los gobiernos van asumiendo los servicios sanitarios, educativos, asistenciales que eran los campos donde los religiosos ocupaban un lugar eminente. Entonces, ¿cuál es su tarea? Desde el punto de vista de la utilidad social, cada vez serán menos útiles.

 

San Francisco de Asís podría haber sido un comerciante próspero o un político importante. Tenía ante sí un futuro prometedor. Joven impetuoso, tiró todo por la borda, literalmente, y escogió la “hermana pobreza”. Fue un escándalo mayúsculo en la pequeña ciudad de Asís. Lo que no se esperaba fue el arrastre incontenible de su gesto: lo siguieron numerosos jóvenes de las familias más distinguidas.

 

La vocación religiosa no se mide por su utilidad social. La persona llamada por Dios a esa vida “extraña” se convierte en signo visible de los valores del evangelio. Su opción fundamental es vivir como Cristo: obediente al Padre, servidor del Reino, dedicado totalmente a los “más pequeños”. Entonces sí que se vuelve útil. Proclama con su vida que no solo de pan vive el hombre.

 

Los salesianos somos religiosos. Salesianos, Hijas de María Auxiliadora, Voluntarias de Don Bosco, Voluntarios con Don Bosco. Todos consagrados. “Signos del amor de Dios a los jóvenes, sobre todo a los más necesitados”. 

 

El Papa ha dedicado este año a la reflexión sobre la vida religiosa. Nosotros los religiosos tenemos que profundizar sobre la radicalidad de nuestra vida, ya que estamos siempre tentados de quedarnos en la superficie, sin tomar en serio la tremenda exigencia que un día asumimos. Los laicos deben conocer mejor la originalidad de esta vida, que es riqueza de la Iglesia y estímulo para que todos los bautizados asuman con seriedad las bienaventuranzas del evangelio como estilo de vida universal.

 

Heriberto Herrera

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