fuego Hemos aprendido y experimentado que el pecado original existe y se traduce siempre y de nuevo en pecados personales que pueden incluso convertirse en estructuras de pecado.

Hemos visto que, en el campo del Señor hay cada vez más cizaña, hemos visto que en la red de Pedro hay también peces malos, hemos visto que la fragilidad humana está presente también en la Iglesia, que la nave de la Iglesia está navegando también con viento contrario, con tempestades que amenazan la nave y algunas veces hemos pensado: el Señor duerme y nos ha olvidado.

Hemos tenido también nueva experiencia de la presencia del Señor, de su bondad de su fuerza: el fuego del Espíritu Santo, el fuego de Cristo no es un fuego devorador ni destructivo, es un fuego silencioso, es una pequeña llama de bondad y de verdad que transforma, da luz y calor.

Hemos visto que el Señor no nos olvida, incluso hoy a su modo es humilde, el Señor está presente y da calor a los corazones, muestra vida, crea carismas de bondad y de caridad que iluminan el mundo y son para nosotros garantía de la bondad de Dios.

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