tmelpalomar Hace año y medio un grupo de salesianos cooperadores jóvenes se animó a iniciar un oratorio en el cantón rural El Palomar, El Salvador, habitado por sesenta familias que escasamente subsisten de una agricultura rudimentaria.

En realidad, dos de ellos son Cooperadores; las otras cinco están en fase de formación inicial para ingresar como Cooperadoras. Sus edades van de 25 a 35 años. Tres son ingenieros, una es veterinaria, otra está graduada en administración de empresas y dos son estudiantes de medicina.

En Centro América es frecuente que entre ciudad y campo haya un abismo social impresionante. La ciudad ofrece servicios educativos, culturales, oportunidades laborales, vida social, acceso a servicios de salud, internet, luz eléctrica. En el campo con frecuencia se carece de todas esas ventajas.

Estos jóvenes cooperadores descubrieron casi por casualidad ese mundo rural marginado y el impacto negativo que ocasionaba en los jóvenes: limitaciones de todo tipo por la enorme pobreza en que viven, lo que se traduce en una baja autoestima.

En vez de lamentarse, decidieron hacer algo por esos jóvenes carentes de esperanza. No se les ocurrió nada mejor que comenzar con el oratorio festivo. Y así, sábado a sábado, llegan a la comunidad El Palomar, reúnen a niños y jóvenes, crean el ambiente salesiano de la cordialidad amistosa y la diversión, mientras van conociendo la dura realidad que atenaza esas vidas jóvenes.

Poco a poco los van despertando a la esperanza. La Palabra de Dios comienza a echar pequeñas raíces en esos corazones poco cultivados. Algunos se están animando a estudiar bachillerato o universidad, algo nunca soñado. Con ayuda de bienhechores, se está consiguiendo becas en centros de estudio de calidad. La atención sanitaria es también una oferta de urgencia.

Estos jóvenes cooperadores confiesan con sencillez que comenzaron su aventura sin un plan estratégico ni un plan educativo, sin un plan en general. Le dejaron a Dios el papel de protagonista.

En tan poco tiempo pueden palpar logros significativos: dos jornadas médicas para unas 400 personas, tres jóvenes en proceso de beca para la universidad, una liga de fútbol con cincuenta jóvenes en siete equipos  y un nombre sonoro, “Liga Don Bosco”, quince niños en formación catequística.

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