presentacion Se necesita una buena dosis de coraje para afrontar el tema de la familia en tiempos en que pareciera que se hace el ridículo si se defiende los valores familiares acordes a la fe cristiana.

En efecto, la moda hoy es andar al paso del matrimonio homosexual, la unión libre, el divorcio fácil o la sexualidad al margen de la ética. Oponerse a esta cultura avasalladora es parecer anacrónico, retrógrado, anquilosado en posiciones de museo.

Pero de coraje hay que armarse. Porque se trata de defender lo elemental. No es la iglesia la que diseñó una moral familiar ya caducada. Es la defensa de la buena salud del ser humano, individual y social.

No se trata de un tema puramente religioso, opcional, sino de sensatez básica. Es bueno para la especie humana el que esté compuesta de familias estables, sanas.

Cuando Génesis presenta a “la pareja hombre-mujer” está trazando el modelo complementario propio de la naturaleza humana. Cualquier otro pretendido modelo es un remedo del diseño bíblico.

La pareja humana – hombre y mujer – es el resultado de una complementariedad evidente: dos seres diferentes en alma y cuerpo que se unen para amarse y ser fecundos.

Los hijos, fruto natural del amor de la pareja matrimonial, necesitan un clima afectivo y responsable que los ayude a desarrollar su identidad humana profunda: seres humanos con calidad biológica, psicológica, moral y religiosa.

Para constituir una familia sólida no basta el sentimiento. Este es vaporoso, inestable. Es la voluntad fuerte de ambos la que va a asegurar la superación de las inevitables “noches” por las que transitará la vivencia familiar.

El Boletín Salesiano tiene por política tocar temas desde una perspectiva positiva. Es tentador entretenerse en la descripción de las malformaciones humanas. Pero eso no necesariamente conduce a un fortalecimiento de nuestra responsabilidad de construirnos como ciudadanos maduros.

Por eso, en este número se acentúa la dimensión exaltante del proyecto “familia”. Un proyecto que exige enormes sacrificios, que vale la pena afrontar para ganancia de la pareja matrimonial, de los hijos y de la sociedad como tal.

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