presentacion Los católicos hemos pasado recientemente por la dolorosa y humillante tormenta de los escándalos debido a los abusos sexuales de parte de sacerdotes o religiosos. Tormenta que ha sido amplificada maliciosamente en los medios de comunicación internacionales y locales.

Nos ha dolido en el alma descubrir ese pozo negro dentro de nuestra comunidad. Y nos ha dolido también quedar expuestos a la luz pública bajo el ataque despiadado del sensacionalismo informativo.

La pesadilla nos ha ayudado a ser humildes, sinceros, compasivos. Y a comprender que somos una iglesia santa y pecadora. Santa por la gracia santificante que llega generosa desde Dios. Pecadora porque somos miembros débiles y frágiles, inclinados al mal como todo el mundo.


Para algunos hermanos esta experiencia resultó traumática y prefirieron abandonar la barca, creyéndola averiada del todo. Otros estamos aprendiendo la lección. Que la iglesia es una institución divina, sostenida por la fuerza del Espíritu, con una misión necesaria para el mundo.

La  situación no es nueva. A lo largo de los siglos la iglesia ha sabido reponerse vigorosamente de la invasión del mal en sus estructuras humanas.

Este es el aliento que el Boletín Salesiano quiere aportar. Hay razón para la esperanza. La iglesia está viva. Los fieles cristianos la buscan porque necesitan espiritualidad. Los servidores de la comunidad se empeñan con entusiasmo en su misión. Para muestra, unos botones: una pareja de laicos, una religiosa, un sacerdote, un obispo.

Los laicos son la gran esperanza de la iglesia. Están cada vez más vivos y activos. Van creciendo en una fe madura y decidida.

Y los jóvenes, que son capaces de enamorarse de Cristo y vivir su identificación con la iglesia desde la vivacidad y alegría que les caracterizan.

Heriberto Herrera

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