elena Para traer a los Salesianos a Nicaragua, Dios se valió de dos buenas hermanas de Granada, de la distinguida familia Arellano, culta, piadosa y adinerada.
Se llamaban Ana Luz y Elena.

Doña Elena había nacido en 1836, cuando Centro América era todavía una república federal. Pero la federación se rompió poco después, en 1838, con lo que Nicaragua pasó a ser un país soberano e independiente. Con eso no vino la deseada paz, sino que comenzó otra serie de turbulencias, con mucho encarnizamiento y muchas crueldades. Y la consecuencia fue la venida de William Walker a enseñorearse de Nicaragua. Vencido este al fin, sus filibusteros abandonaron Granada, pero sólo después de haberla incendiado.

En este ambiente doloroso creció doña Elena. Cuando el incendio de Granada, ella tenía veinte años de edad.


Extracto de una carta de doña Elena a Don Rúa pidiendo salesianos para Nicaragua:
“Amado Padre en Cristo, le suplico que por el amor que tiene a Nuestro Señor y por su preciosa Sangre, no nos retarde el mandarnos a los Padres, aunque no fueran más que dos, y aunque no vinieran más que a ver por sí mismos lo que aquí se puede hacer.”

Compartir