Todo empezó cuando estudiaba odontología. En aquel tiempo (1995) costaba mucho dinero. En mi segundo año se me volvía más difícil pagarla por las muchas dificultades en mi familia. A veces mi papá no podía pagar la solvencia universitaria. Entonces fue cuando yo empecé a cuestionarme si marcharme o no.
La decisión no fue fácil. Un primo estaba en los mismos planes, así que aproveché y me fui con él para no estar sola.
Una mañana de agosto salimos muy temprano para tomar un autobús que nos llevaría con un coyote: Así son llamados quienes llevan personas a Estados Unidos.
En Huehuetenango, Guatemala, nos alojaron en un hotelito, donde dormimos amontonados.
Seguimos rumbo a México. Entonces empezó lo más feo, porque ya éramos un grupo grande. Nos subieron a un camión, amontonados como ganado. Iban niños, señoras, hombres , jóvenes y familias enteras. Luego comenzamos a caminar, de día y de noche, hasta llegar a lugares donde dormir.
Luego nos llevaron por avión al Distrito Federal, en México. Allí nos tuvieron en una casa grande. Los dueños eran gente conocida de los coyotes. Después nos llevaron a Mexicali. Caminamos mucho. Es un lugar muy caliente y árido. Llegamos a una casa en el desierto. Allí nos dividieron en grupos para pasar la frontera.
Algunos fueron atrapados por la migración. Yo iba en un grupo de tres, mi primo y otro joven. Cerca de la frontera nos metieron acostados en la cajuela de un carro. Quien nos llevaba nos dio indicaciones: “Les pondré la música a todo volumen y cuando la apague es que ya estamos llegando a una garita (lugar de inspección de migración). No se muevan ni hagan ruido por nada del mundo”.
Así fue. Luego paró el carro para entregarnos a otra persona que nos llevó a otra casa en los Estados Unidos. Ellos llamaron a una tía que era nuestro contacto; ella pagó la mitad del precio para pasarnos.
Al llegar, empecé a trabajar para pagar la deuda. Me era difícil adaptarme al país, pues extrañaba todo, pero especialmente a mi familia, porque me había ido sin el consentimiento de mis padres y eso los mantuvo muy preocupados.
Tuve varios trabajos. Por no hablar el idioma, algunos se aprovechaban de mi situación como indocumentada.
Hace 15 años dejé mi país. Ahora vivo en Estados Unidos, conocí a mi esposo y tengo una linda familia.
Tráfico de seres humanos |
Esclavos modernos 2,4 millones - son víctimas de la trata. 7,4 millones - son explotados por privados. 2,5 millones - están sometidos a trabajos forzados por parte del Estado o de grupos militares. 1,4 millones - son explotados por medio de la prostitución. 7,8 millones - están sometidos a esclavitud por razones económicas. |