Pronto  comienzan  a experimentar la amargura  de sentirse  no aceptados. Foto EDH Jesús narra aquella simpática parábola de la viejita pobre que acude al juez malvado para que la defienda. El juez no está para perder el tiempo con esas pequeñeces y la ignora. Pero la viejita, con la insistencia propia de los más pobres, le tuerce el brazo al juez. Este, para quitársela de encima, termina por atenderla.

Ojalá hubiera en nuestros tiempos un final tan feliz como el de la parábola. Pero no. A los millones de inmigrantes que tocan a la puerta de los países ricos no los sostiene la esperanza de la viejita de la parábola. La puerta está bien trancada. Y si se colaron por algún falso portillo, se desata la cacería. Hay que echarlos fuera porque cometieron el delito de llegar a trabajar.


Está resultando evidente que las medidas punitivas contra la inmigración ilegal no está dando resultado. Por más murallas altas, patrullas bien equipadas, satélites silenciosos y dispositivos electrónicos, los inmigrantes seguirán llegando. La diferencia está en que aumenta el número de las víctimas de esta represión desalmada.

Los que lograron colarse sin permiso en el mundo del bienestar comenzarán pronto a experimentar la amargura de sentirse no aceptados. Entonces tendrán que esconderse, mimetizarse, escapar de aquí para allá. Y ejercer trabajos mal pagados y degradantes, cuando a lo mejor cuentan en su haber con títulos de profesionales.

El primer rechazo es el cultural, que, unido al estigma de la pobreza, los marca dolorosamente. La cultura de proveniencia es de calidad inferior. Al menos, esos son los mensajes que reciben los recién llegados. No saber la lengua del lugar o hablarla mal los coloca en constante situación de ridículo.

Los jóvenes, sobre todo, son los que más sufren este rechazo. Y la alternativa es peor: integrarse en pandillas que los defiendan y protejan. El paso a la delincuencia es un hecho.

Está también el drama de la familia rota. Mamá aquí, papá allá. O ambos allá y la abuela aquí a cargo de adolescentes que no cuentan con la mano firme de un padre y se engolfan en el alucinante mundo de la vida fácil, la del ocio y el vicio.

Con frecuencia el marido abnegado que se sacrifica dejando el calor de la familia, para ir en busca de recursos con que sostenerla, al poco tiempo encuentra una mujer que lo consuela en su soledad. Adiós matrimonio. Adiós familia.

O los hijos que crecen por años sin ver a sus padres, o que los ven en visitas apresuradas, y que cargan con el sentido de culpabilidad por no sentir cariño a esas personas extrañas que llegan y se presentan como los papás reales, figuras desvaídas, sin ninguna influencia cálida cuando más la necesitaban.

Las remesas se convierten en bendición o maldición. Bendición para la familia que no tiene cómo salir adelante. Maldición cuando el receptor de la remesa se olvida de trabajar y vive de ese maná caído del cielo. Los jóvenes son los más afectados por ese dinero fácil. Ni estudian ni trabajan, pues la puntual remesa le paga el ocio permanente.

Las medidas  punitivas no están dando resultados. Foto EDH Los deportados regresan con las ilusiones hechas trizas y el alma amargada. A lo mejor arrastrando una deuda enorme adquirida para costear el viaje frustrado. Es el clima favorable para el espejismo del dinero fácil: integrarse al submundo de la droga, que dispone de montañas de dinero tentador.

Una vez coincidí en un aeropuerto con una familia salvadoreña que regresaba a Chicago después de una visita breve al país. Pregunté al papá: ¿Mejor aquí o allá? La respuesta fue inmediata: - Si aquí se ganara como allá… Era obvio que el viaje tenía sabor a exilio.

Vivir con miedo

Pedro Ramírez, presidente del consejo estudiantil de la Universidad de California en Fresno, admitió que era indocumentado después de que el periódico estudiantil de la universidad californiana, The Collegian, lo cuestionó sobre su situación migratoria, respondiendo a una denuncia anónima que recibió la publicación por medio de un correo electrónico.

El estudiante universitario de 21 años, declaró a BBC Mundo que la revelación de su secreto fue un gran alivio.

“He estado escondido durante tanto tiempo que no podía formar parte de la vida estadounidense”, indicó el joven, quien llegó a EE.UU. desde México junto a sus padres cuando apenas tenía tres años.

Sin embargo, siempre se sintió estadounidense, agregó Ramírez, quien cursa el último año de sus estudios de doble mención en Ciencias Políticas y Economía Agrícola.

“Yo he vivido durante 19 años aquí, crecí aquí, fui a las escuelas públicas de aquí, me juntaba con niños americanos, hablaba inglés. Aprendí a hacer todo lo que hacen los niños de aquí”, expresó el estudiante.

Ramírez añadió que, aunque no le gusta vivir con miedo, así ha sido su vida.

BBC Mundo

Enlaces:

http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2010/11/101118_eeuu_dream_act_mf.shtml


http://www.aolnews.com/surge-desk/article/pedro-ramirez-5-facts-about-freso-states-illegal-alien-student/19722629

http://www.msnbc.msn.com/id/40237454/ns/us_news-life/

http://www.huffingtonpost.com/2010/11/17/pedro-ramirez-fresno-stat_0_n_785040.html

http://www.youtube.com/watch?v=hI0l-NzuxHM

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