La Urna de Don Bosco en Centroamérica Don Bosco visitó nuestros seis países centroamericanos. Sí, era una reliquia insigne de nuestro Santo que venía dentro de una imagen con el rostro exacto a como era nuestro Padre cuando vivía. Pero esos tecnicismos no nos importaron gran cosa. Todos percibimos su espíritu presente entre nosotros.

Eso explica la explosión de alegría que su paso iba despertando en cada lugar visitado. Las multitudes no se acercaban a la urna por curiosidad. Eso era evidente. Había emoción, lágrimas, júbilo, fiesta. Una fiesta que estallaba en cantos, bailes, bandas musicales, pólvora. Y mucha oración concentrada.



La aparición de la urna en cada lugar encendía una corriente magnética que polarizaba miradas y corazones hacia ese gran tesoro común venido desde Turín y que quizá por única vez en la vida lo tendríamos al alcance de la mano. Nunca había visto yo tantas cámaras fotográficas tendidas hacia delante en un esfuerzo casi imposible por capturar al Padre común.

Don Bosco atrajo multitudes hacia sí. Pero quienes se sintieron a sus anchas, como dueños de casa, fueron los jóvenes. Se adivinaba inmediatamente la fascinación de los jóvenes por Don Bosco. Que no quedaba en una exaltación fácil. Se leía en los ojos de los jóvenes el enlace profundo, la conexión vital, la llamada vocacional.

Desde niños hasta ancianos experimentaban que el Padre común estaba allí. Un Padre que los amaba y que transmitía la alegría de la espiritualidad salesiana. En cada país centroamericano las autoridades civiles y religiosas honraron con su presencia al ilustre visitante.

¿A qué vino Don Bosco? Nos ayudó a descubrir que vale la pena trabajar por los jóvenes. Que éstos tienen un caudal riquísmo de energía y potencialidades, y solo están esperando la mano amiga que les ayude a donarse para transformar el mundo.

El paso triunfal de Don Bosco nos ayudó a descubrir que el Sistema Preventivo funciona hoy más que nunca. Que los sistemas represivos empeoran el malestar juvenil. Será con la bondad y el cariño que los jóvenes abrirán sus corazones a la belleza de la vida en Cristo. Que la confianza en ellos los estimulará a crecer en humanidad. Toda una propuesta válida para estos tiempos críticos que tanto nos asustan.

Don Bosco nos hizo ver de nuevo que el Sistema Preventivo no es una propuesta pedagógica facilona. Lo demuestran esas multitudes de jóvenes que acompañaron a Don Bosco en la gran fiesta centroamericana, generosos hasta sus límites y capacidades.

Nosotros, los que tenemos
la suerte de pertenecer a la Familia Salesiana nos hemos sentido tonificados al contacto con nuestro Santo. Nos dimos cuenta de que somos muchos. Revivimos nuestra identidad común.

Y comprendimos que tenemos una misión grande entre manos: continuar hoy la tarea que con tanto éxito realizó Don Bosco en su tiempo.

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