Foto por: londondeposit En el año 2018 la Corte Suprema de los Estados Unidos falló en favor de un repostero que había rehusado hacer un pastel de bodas para una pareja gay. El repostero, que reside en Colorado, apeló a sus creencias religiosas para negarse, ya que es un convencido cristiano evangélico: “Lo siento, muchachos, no hago pasteles para bodas entre personas del mismo sexo”, fue su tajante respuesta.


Los solicitantes, por su parte, alegaron sentirse discriminados por su orientación sexual y llevaron el caso a los tribunales, llegando hasta la última instancia. Finalmente la Corte Suprema dio razón a Jack Phillips, el pastelero, sentenciando que se deben respetar sus creencias religiosas.

Casos como este van siendo cada vez más frecuentes en nuestra sociedad, ante el hecho de que hoy en día la comunidad LGBTI ha adquirido una visibilidad y una pujanza que antes no tenía, sobre todo en países donde sus miembros han ido logrando también que se les reconozcan derechos a nivel jurídico.

No cabe duda que el cambio tan significativo que se está dando en la sociedad contemporánea en el asunto del género es uno de los signos de los tiempos. Y hay que reconocer que muchas cosas han mejorado al respecto. Hasta hace muy poco casi nadie se atrevía a declararse homosexual públicamente, por temor a ser discriminado o a ser objeto de burlas. La sociedad, en general, miraba muy mal este tipo de diversidad. Los homosexuales, e incluso quienes por sus modales aparentaban serlo, eran con frecuencia objeto de bullying –por decirlo en el anglicismo de moda– en los centros educativos, en los grupos sociales, a veces incluso en la propia familia. Muchos solían crecer con sentimientos de culpa y de baja autoestima, con gran dificultad para encontrar su lugar en la sociedad e incluso en la Iglesia.

Como suele suceder con los cambios sociales, hoy fácilmente se cae en el extremo contrario y se reacciona con intolerancia de parte de algunos colectivos que apoyan la diversidad de género. Una muestra de ello son las celebraciones del “orgullo gay” o aquellos proyectos de ley que miran a sancionar ciertos privilegios de grupos minoritarios sin considerar el bien común. Ante este nuevo panorama, son muchos los cristianos que se sienten desconcertados, sobre todo porque los medios de comunicación e incluso agrupaciones políticas y sociales hacen presión de forma agresiva en favor de la diversidad.

El Catecismo de la Iglesia nos da una luz para orientar a los fieles. Es interesante que la sexualidad es vista desde “Dios amor”, a cuya imagen fue creado el ser humano en su doble versión de varón y mujer. Por tanto, la sexualidad es considerada como algo bueno, incluso sagrado, un dinamismo que impulsa al hombre a salir de sí y amar auténticamente. Y justamente la moral sexual es enfocada en función del amor y de la vida. En un compromiso de pareja, eso significa que la relación sexual se orienta a una vida vivida en unidad, fidelidad y abierta a la fecundidad, y es por eso que relación homosexual de intimidad no cumple plenamente con esos criterios, de modo que los actos homosexuales son juzgados “intrínsecamente desordenados”.

Sin embargo, el mismo Catecismo distingue claramente entre los actos y las personas, y nos invita a tratar a los homosexuales “con respeto, compasión y delicadeza”, evitando cualquier forma de discriminación hacia ellos. Es importante, como el papa Francisco recuerda con frecuencia, que nuestra Iglesia se muestre abierta y no cierre las puertas a nadie. Ellos son hijos de Dios y tienen también un lugar en la comunidad cristiana, donde están llamados a recorrer su camino de santificación.

 

Los pasteleros que se han negado a elaborar un pastel gay


Jack Phillips

Masterpiece Cakeshop

Colorado, EE.UU. 2012 y 2017
El proceso total de la demanda contra Jack duró cinco años. En 2018 la Suprema Corte de los Estados Unidos le dio la razón al pastelero. Sin embargo, durante este tiempo, una abogada trans también le pidió un pastel y al negarse por las mismas razones, enfrenta un nuevo juicio.


Daniel and Amy McArthur

Ashers Bakery

Belfast, Irlanda del Norte. 2014
Un activista gay ordenó un pastel para celebrar y apoyar la unión homosexual. La pastelería canceló la orden por ir en contra de sus principios religiosos. La Comisión de Igualdad les exigió una compensación. El caso escaló a la corte. Ellos alegaron estar en contra del mensaje del pastel no de la persona que lo ordenó. En 2015 la corte falló en contra de la pastelería alegando discriminación ilegal. En 2016 apelaron y perdieron. Escalaron la apelación a la Corte Suprema en 2017 y fue hasta 2018 que les dieron la razón.


Melissa y Aaron Klein

Sweet Cakes

Oregon, EE. UU. 2013
El caso es similar, a diferencia que la pareja tuvo que cerrar su negocio y enfrenta una multa de 135,000 dólares por negarse a hacer un pastel para una boda gay. La Corte Suprema ha ordenado revisar el caso.

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